viernes, 11 de enero de 2013

Esa noche

Recuerdo que me perdí en tu mirada mientras el sol celosamente se escondía entre las montañas. Esos últimos rayos iluminaban tu piel canela y hacían resplandecer esa sonrisa que me hechizó desde el primer momento en que te vi.

No necesitamos palabras, nuestros ojos hablaron por nosotros...el deseo se respiraba en la atmósfera que nos rodeaba; cada beso nos confirmaba la explosiva química de nuestros cuerpos.

Después de un día en que nuestras soledades se hicieron una, nos quedamos sentados, cada cual en un extremo de la mesa, con un nervio profundo...nos fuimos a la cama...platicamos tantas cosas como nos fué posible, hasta que me invitaste a recostarme en tu pecho.
Abrazados con los corazones desbordantes, nos dimos ese primer beso, preludio de la gran colisión estelar que ibamos a presenciar.

Beso a beso, nos fuimos reconociendo...rincón a rincón nos hicimos viejos conocidos.
El pudor se volvió una regla efímera e innecesaria...la ropa un mero trámite...

Nos fundimos en un beso perfecto...tus manos se hicieron las mías...las guié a cada botón placentero.
Cada caricia se convirtió en un tatuaje...y a la distancia del recuerdo sigue estremeciendonos.

Esa primera vez...los nervios nos traicionaban...
Nos transformamos en algo que la gente común jamás conocerá

En los ojos del otro nos volvimos auténticos...nos amamos y comprendimos que por fin habíamos encontrado ese sueño que parecía imposible, pero al cual no habíamos renunciado.

Esa noche por fin comprendí que eres el único y auténtico amor de mi vida y agradezco infinitamente el haberte encontrado.


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