martes, 28 de agosto de 2012

Fantasma

Te cuelas con el aire de la noche, silencioso, delicado y provocador.
Fantasma de mis deseos, te metes entre mis sábanas recorriendo la inocencia de mi piel con un calor que me hace estremecer mientras duermo.

Toque fantasmal que conoce los deseos de mi piel, aliento que me recorre con tal sensualidad que haces humedecer el pudor entre mis piernas.
Me haces tuya mientras duermo y pienso que te sueño y me vuelvo tu esclava y tu amante mientras las horas con estrellas se hacen fieles testigos de tal acontesimiento.

Susurras como el viento, palabras de amor a mi oido, mientras que nuestras almas se funden en una con el universo, quien nos permite vivir nuestro amor en formas que cualquier mortal no podría imaginarse.

Mi vampiro celestial que me inyectas vida en cada caricia, me conviertes en otra a tu imagen y semejanza. Vuelvo en mi como un ser lleno de sensualidad y sedienta de ti.

Aire que me besas hatsa el amanecer, cuando tienes que volver mortal a tu cuerpo natural, para convertir nuestro viaje astral en una deliciosa realidad, en la que nuestras pieles por fin se encuentren.

Llegas, y los rayos del sol iluminan de dorado tu piel, mientras nos vamos despojando poco a poco de la ropa.
Dan calidez a la habitación, que se vuelve testigo de la pasión que existe entre dos seres cuyas almas se pertenecen y complementan.

Ah bendita mortalidad que se hace presente mientras mi ser trata de contener su voz, apretando con fuerza tu ser.
Pasan los minutos y estamos frente a frente, mirándonos, amándonos y prometiendo a las estrellas no fallar en esta vida.

La noche ha llegado y tenemos que separarnos, pero sé que cuando mi sueño profundo sea, como fantasma entrarás por mi ventana acompañado del viento y podré ser tuya hasta la eternidad.



Me desnudas con tal sutileza que pareces ser aún el fantasma

El último día

Las rosas engalanaban el centro de la mesa, era un hermoso día y por primera ocasión después de una larga temporada, los cinco nos sentabamos a la mesa a compartir como familia.
Papá se iba para emprender una nueva aventura lejos de nosotros.
Ahí estabamos como en los felices años de la niñez, papá sentado en la cabecera, mamá a su derecha y Rodrigo junto a ella, frente a él, estabas tú y yo a tu lado.

Una escena que nunca imaginé jamás se repetiría; era de lo más extraño que sólo los cinco estuvieramos esa tarde juntos, comiendo las famosas tortitas de carne de mamá.

Aún mas extraordinario, el hecho de salir en familia a caminar por aquél parque, tú y Rodrigo comiendo el rico flan que venden en el mercado, mientras que papá, mamá y yo comiamos helado.

Reimos y convivimos como nunca.

Te recuerdo claramente emocionada por tu celebración, acababas de cumplir la mayoría de edad y querías compartir tu dicha con quienes eran tus más fieles confidentes y con tu más grande amor.

Aún en el auto, pediste a nuestros papás te acompañaran al inicio de la semana a sacar tu credencial de elector y quedaron pactados para hacerlo juntos.

Llegamos a casa, y tanto tú como Valeria y Raquel comenzaron a arreglarse, poniendose millones de atuendos para tan especial ocasión.
Llegó Ger a la casa y veiamos nuestro programa favorito, después, me fui con papá y mamá a su recámara, en dónde por última vez te vi.
Vestida de negro, perfectamente maquillada y perfumada, te despediste de nuestros papás, a mi, me diste un goplecillo jugeutón en la frente, te diste vuelta y saliste con ellos por la puerta blanca que jamás volverías a cruzar.

Poco después, papá se despedia de nosotros, pues temprano en la mañana partía hacia su nuevo destino.

Se hizo noche, dormia, y un movimiento inusual reinaba en la casa, me inquieté, pero no le di importancia, traté de conciliar nuevamente el sueño.

La luz del cuarto molesta a mis ojos, mamá me despierta y me dice que han tenido un accidente camino a la celebración, todos están bien, pero no menciona tu nombre, y enseguida pregunto por ti.
Te has ido al cielo, eso es lo que me dicen; volteo y veo a nuestro hermano con una taza de té en las manos, los ojos llenos de lágrimas, mamá me abraza y papá también está ahí.

Un shock, hay silencio en mi cabeza, trato de negarle a mis jóvenes años lo que estoy viviendo.
La noche es fría, ha llovido en la ciudad; me dejan en casa de la tía con nuestros primos y no sé cuantos días o cuantas horas pasan, hasta que papá llega por mi, me da ropa para ir a verte.

Desayunamos y llegamos a ese lugar. Escalinatas blancas y lo primero que veo es a nuestro hermano, cuñada y una de nuestras tías y todo me cae de golpe, lloro inconsolable hasta tomar el valor suficiente para entrar a verte.

Recuerdo bien la habitación, tu ataúd está a mi izquierda, hay muchas flores y el olor de las mismas es embriagador.
Me acerco a ti y pareces plácidamente dormida, y guardo la secreta esperanza de que milagrosamente tus ojos se abran y la pesadilla se acabe.

Unas horas mas tarde, estamos en el cementerio, y ya han cavado la tumba donde descansaran tus restos mortales.
Estoy con Raquel, Valeria, Rodrigo y Patty, y abren tu caja, y pareces brillar, todos lo vemos y quedamos impresionados con ello.
Y así te bajan lentamente y te lanzamos flores blancas, te cubren con tierra, y un profundo dolor se huele en el ambiente.
Te dejamos cubierta por flores de todas las clases y regresamos fracturados a la vida normal, sabiendo que ese último día lo compartimos sin saber que tenías una misión más importante en el paraíso.

Ese 28 de Agosto de 1999, te hiciste una con las estrellas y desde lo eterno mi único consuelo es saber que nos reecontraremos algún día y seremos inmensamente felices.

viernes, 24 de agosto de 2012

Fuego de media noche

Que bello eres cuando estas acostado a mi lado, durmiendo plácido recostado sobre tu abdomen, dejando al descubierto esa espalda tuya que tanto me gusta; la tenue luz de la habitación pinta tu silueta en la pared y no puedo evitar sentir ese calor que me recorre el cuerpo entero mientras continuo observándote.
Recorro con la mirada la perfección de tu anatomía, y no puedo evitar parar en esos glúteos divinos que me hacen perder la razón.
Te doy un beso en la frente tratando de no despertarte, enseguida me abrazas contra tu pecho y dormimos.
Cuantas horas pasaron, no tengo conciencia de ello, pero despierto agitada con tus labios en mi cuello, hay una cálida desesperación en tus besos que hacen que los vestigios de mi inocencia sean corrompidos a tu placer.
Me tomas por la cintura mientras tu lengua recorre lentamente mi espalda, haciendo que pierda el aliento en cada rincón que ésta toca.
Tus manos hechas a la medida, aprisionan mis pechos, mientras recitas a mi oído todas aquellas cosas que encienden aun más la hoguera del centro de mi ser. Al tiempo te siento cada vez más cerca, pegando tu sexo firme contra mi, haciéndome estremecer, enterrando mis uñas contra la pared.
Así me vas haciendo tuya, tomas mis piernas como si fuese una bailarina y las mueves hacia donde gustas.
En un segundo estamos frente a frente, te veo ahí, encima de mi, con tus penetrantes ojos que me dictan cada uno de tus deseos. Me fundo en ti con un beso ansioso, cálido, que nos da la pauta de lo que sigue en esta noche que parece incendiarse.
La media noche reina ya, y estoy sobre ti, cumpliendo tus mas ocultos deseos.
Recorro a besos tu rostro, me hundo como el vampiro en tu cuello, te beso y te muerdo hasta hacer explotar esos gemidos que encienden mi volcán interno.
Mi lengua va recorriendo cada uno de los rincones de tu pecho, perdiéndose sigilosamente en esos rincones que he estudiado minuciosamente para satisfacer tus deseos.
Pasan así las horas en el mundo mientras nos amamos en carne viva, mientras olores a chocolate y miel inundan la habitación.
Te amo tanto que pierdo todo rastro de conciencia, soy tan tuya que no me atrevo a estar un segundo sin ti.
Enredados  en las sábanas nos abrazamos, y estoy en tu pecho, embriagándome con tu aroma, mientras me susurras un breve “Te amo” para caer dormidos en el éxtasis  de nuestra unión.

viernes, 17 de agosto de 2012

Frutos de Eternidad

En un principio creí conocer todos los estadíos de la felicidad, pero jamás me imaginé que en esa nochebuena, se comenzaría a anunciar el más grande acontesimiento de mi vida mortal.
Daban las 10 pm cuando algo pasó en mi interior; al estar haciendo los últimos arreglos de la fiesta de Navidad, mi organismo se puso en contra mia, haciéndome repelar por mi condición humana.

Pasé la peor de mis semanas entre malestares, tés y demás remedios que no funcionaban.
Diablo se sentía desconcertado de tremenda condición.

Ninguno advirtió la señal que el universo nos mandaba con sus partículas estelares.
Un chispazo, una idea, y de repente sale Diablo sin mencionar su destino. Diez minutos más tarde regresa con algo que me sorprede y a la vez me provoca urgencia usar.
Dejo pasar tiempo, y ahí están, dos pequeñas líneas rosadas que dan el diagnostico...Diablo y yo, seremos padres.

7 semanas de llevar al fruto eterno de nuestro amor, ahí comenzaba la mas bella carrera de nuestras existencias.

Durante mi juventud imaginaba cómo hacer verdaderamente felíz a un hombre y hasta que por un ultrasonido vimos a nuestro bebé, lo entendí.
Los ojos de Diablo estaban llenos de alegría y algunas lágrimas. Fue la primera vez que le vi tan enamorado de otra persona.

Fue como si una colisión estelar se apoderara de la sala de aquel consultorio, sentí la verdadera felicidad en un suspiro.
Así semana con semana nos uniamos más, y no hablo sólo por el placer de la carne, hablo en todas las formas en que dos seres pueden unirse.

El ver a ese pequeño ser creciendo dentro de mi, observar las reacciones de mi amado al sentirle patear mi vientre hicieron que, mes a mes mi amor hacia Diablo creciera; por fin había dejado el estigma de la Julieta abandonada por la accidentada tragedia de su amado Romeo.

Así llegamos a las 38 semanas, era Viernes, lo recuerdo bien.
Nervio y ansiedad flotaban en el ambiente mientras llegaban mis contracciones con más intensidad, 2cm de dilatación fue el diagnóstico para llevarme al hospital para que se me practicara una cesárea.

Y ahí llegó la  cumbre de la perfección.
No tomé importancia del equipo médico a mi alrededor, para mi en ese momento solo estabamos él y yo.
No recuerdo sonido alguno, sólo mucho movimiento, su rostro preocupado por mi comodidad y en un segundo, ahí estaba ella, con su primer llanto lleno de vida, en manos de su padre, las primeras manos en tocarla, en darle la bienvendida a la mortalidad.

Ese fue el momento más perfecto de mi vida, en el manuscrito estelar, ella entrelazó nuestros destinos para la eternidad, pues es la prueba viviente de nuestro más profundo amor, y es la confirmación de la unión conciente de nuestras realidades.
Ahora, ya nada más importa, Diablo y yo, somos padres de una hermosa niña.