viernes, 27 de julio de 2012

Fuego Cruzado

Cuando una se muestra ante el mundo como el corderito de ojos brillantes, dócil y esponjado, es porque en verdad una guarda a la verdadera profesional en su interior.
Ese es mi día a día mientras Diablo y yo estamos separados haciéndonos cargo de nuestras éticas realidades, en donde el mundo ni se imagina lo que somos capaces de crear en soledad.

El universo nos ha hecho el milagro de no separarnos más, hemos tenido oportunidades de envolvernos en nuestra realidad, en donde podemos amarnos, en donde la ropa es un mero trámite de pudor.

Esta tarde, da aviso de su arribo desde el infierno.
Propiamente escojo cada uno de los elementos de mi vestimenta para que me encuentre deseable, irresistible a sus más pecaminosos deseos.
Al llegar, ya le espero con mi verdadero rostro en el balcón en donde todas nuestras historias se tejen; rápidamente escala por las enredaderas y sin más protocolo que el amor que se nos sale de los poros, me toma en sus brazos y me lleva al interior de nuestra realidad.

Diablo, me toma de la cintura y me pega contra la pared, no me deja ver, no me deja hacer nada, sólo tapa mi boca con su mano, mientras sus labios besan delicadamente mi espalda, mientras la mano sobrante recorre cada uno de mis rincones, haciendo que cualquier rastro de inocencia se pierda.
Lo siento pegarse a mi espalda, lo siento crecer, morder mis orejas, pronunciando las palabras que prenden los fuegos artificiales de mis deseos.
En un segundo, estamos frente a frente; voy comiendo su aliento despacio, mientras mis manos, le recuerdan el camino al paraíso.
Hay un fuego cruzado entre el cielo y el infierno, la tierra retumba al ritmo de los gemidos, de los breves y profundos rasguños en la espalda, es como si el universo sintiera lo que nosotros hacemos en la complicidad de la noche.
La lluvia cae con furia en el exterior, pero eso no es suficiente para apagar la pasión entre dos amantes deseosos de satisfacción.
No recuerdo haber visitado las puertas del paraíso con tal intensidad. Veo a Diablo directo a los ojos, mientras en su rostro se pinta el arte del placer y la pasión que se han encarnado de el.

Siento la totalidad de su cuerpo sobre el mio, transpirando; no puedo evitar recorrer con los dedos cada uno de sus rincones, aprendiendome toda su anatomía con sólo tocarlo.
Hay zonas que le hacen estremecer, le hacen gritar, y esas reacciones hacen que mi fuego interno arda cada vez más.

Fue una de esas ocasiones en donde ruegas a todos los dioses que no se acabe.
Ser Julieta escapando del terrible destino de volver a Romeo, me hace ser fuerte en la detrminación de aceptar las circunstancias de este amor con sabor a ilegalidad. Este amor tan inmoral que la sociedad me echaría a pedradas.
Escritora de mi propio destino, tengo el terrible temor de acabar como Shakespeare, inmortalizando al amor de mi vida en cada una de mis obras, tratando de conservar ese fuego, esa llama que me hace inspirar noche tras noche.
Que terrible destino sería que mi único y verdadero amor, tuviese que cumplir con los designios de una familia, de un compromiso con el que no esté de acuerdo.
Pero trato de imaginar que mis eternas plegarias sean al fin escuchadas, mientras me estremezco entre esos brazos fuertes que me dicen "No te vayas"
Como es mi costumbre me pierdo en el oceano profundo de sus ojos, tratando de hechizar nuestro destino, poniendo nuestros deseos a nuestro favor.
Uniendo nuestras realidades, tratando de hacer del cielo y el infierno un paraíso unificado, en donde todo es posible y nada deba cumplir principios de ética.

Pasadas las horas, quedamos recostados, uno al lado del otro, mi cabeza sobre su pecho escuchando ese corazón acelerado.
Un "Te amo" se escapa de sus labios, haciendo que un cosquilleo recorra mi cuerpo.
Lo beso lentamente, sintiendo una magia extraña dentro de mi. colocándose en el centro de mi vientre.

¿Quién pensaría que esa noche habiamos concebido la demostración del amor verdadero?


viernes, 20 de julio de 2012

Un par de tacones y ¡lista!

Un día común y corriente de mi vida como puta.

Señor cliente, ¿No cree que perdería valiosos miles de pesos en escuchar mi respuesta? ¿No preferiría invertirlos en los placeres que le puedo ofrecer?

Deja te digo algo antes de que me contestes. Que conozcas mis servicios de la A a la Z para que tu historia de periodiquito esté bien aderezada, yo digo que igual y así ya te conviertes en un buen escritor, o por lo menos reconocido.

Bien, escucho tu respuesta.

Está bien, contesto a tus deseos, al fin tu pagas, o tu empresa, como sea, yo sigo ganando, mi cuenta de banco se sigue engordando como puerco que se mata en navidad.

Bueno, un día en mi puta vida, ah perdón, un día en mi vida de puta.
Generalmente como me desvelo, me voy levantando como a las 10 u 11 de la mañana, según mi ánimo. Prendo mi Ipod y escojo un buen playlist para hacer ejercicio. Cosa de unas dos horas para mantener la figura que me cargo, o ¿Creías que así nací? No, no, no papacito, este cuerpo me ha dolido para que quede como está, pero eso sí, todo natural, cero cirugías, nada más porque me da miedo el mentado cuchillo.
Bueno, después del ejercicio, me baño, me visto con cualquier cosa para salir a pasear y desayuno.
No creas que soy mujer de dietas, me dan hueva, yo como de todo, entre mas garnacha mejor y si viene con salsa, se convierte en el cielo.

Ya desayunadita, salgo, prendo el automóvil y me voy a la agencia, a ver si no hay algún trabajin con algún cliente nuevo, no mentiré, siempre de camino recibo por lo menos una llamada de algún cliente de tiempo y hacemos cita; normalmente les doy la cita de más noche, por aquello de que ya son consentidos, una les da unas horas extra de mera cortesía.
Bien, llego a la agencia, y si no se ofrece nada, me voy, a menos de que sea martes, el día en que entran los cheques de mis servicios en fiestas y reuniones como mera acompañante. Ya la putería va por mi cuenta, esa la cobro en efectivo; dinero contante y sonante para mi solita, libre de impuestos.

En el transcurso del día visito a mi mamá que vive a una hora de mi departamento, como con ella, la llevo de compras, pero eso sí, ella desconoce por completo este asunto de la puteria. Ella piensa que sólo me va muy bien en mi trabajo como modelo, y con eso se conforma.

Alrededor de las 5 de la tarde, llego a mi depa, lleno la tina, pongo música, y me doy un baño relajante.
Después escojo mi ropa y si tengo cliente temprano, me arreglo, y salgo nuevamente.
Algo indispensable entre mis accesorios es un reloj; si, hasta las putas tenemos el tiempo contado, más cuando tienes más de un cliente al día.

Llegando con los nuevos clientes, es más trámite o rutina lo que presento. Llego al hotel acordado, me presento, obvio yo ya sé el nombre del individuo, que por lo general parece gelatina mal cuajada de los puros nervios. Lo abrazo, le doy unos besillos de esos cachondones que van preparando los motores, le quito el pantalón y todo lo que me estorbe y le doy paso al sexo oral; generalmente dejo que estén parados para que tengan la panorámica de mis pechos y de mi boca, digo, para que se excite más y quiera reventar de placer.
Antes de que el asunto le explote, me levanto delicadamente, le sirvo una copa de vino y mientras él, ya completamente desnudo la bebe, me voy despojando de mi ropa poco a poco, dejando solo algunos detalles de encaje para darle más emoción al asunto.
Normalmente, ya están tan prendidos, que me comienzan a besar con la desesperación de un adolescente, se prenden y pues ya te imaginarás, señoras cogidas que nos aventamos. Orgasmos garantizados.

Todo el numerito dura dos horas; los dejo, les doy mi tarjeta, por si quieren hacer una nueva cita, ya directamente conmigo y no con la agencia.
Me apuro, y vuelvo a casa, me doy una ducha y escojo ropa más especial para recibir al nuevo cliente.

Ya el asunto de cama con el cliente conocido, es diferente y si te contara de uno en especial, pues te aburriría.
¿Qué te parece si hacemos otra cita para que experimentes en carne propia qué es ser cliente consentido?

Perdida en el paraíso

Pasan las semanas y los meses, el tiempo se vuelve efímero en su ausencia; ni infierno ni paraíso, sólo el pasar de las horas mientras paseo por mi balcón.
Diablo se ha perdido entre la bruma, y esta vez no ha regresado; sólo una paloma mensajera me confirma su breve existencia, pero mi corazón late cada vez menos, y no es falta de amor amiga Luna, simplemente, no tengo esperanzas vivas, sólo dejo que las horas avancen, que la erosión se haga cargo de acabarse mi mortalidad.

Una extraña sombra negra se hace presa de mis ojos, mi piel se reseca y absorbe con velocidad el rápido correr de las lágrimas que escapan a mi voluntad.
Es Lunes, Martes, no lo sé, el tiempo ha dejado de importarme, soy Julieta sin idea del amor. ¿Cómo es que lo tuve y lo perdí?
Ya no busco respuestas a mis eternas preguntas, prefiero que el oxígeno me sane, espero un rayo de sol en mi nublado horizonte.

Caigo dormida, en el más profundo de los sueños, desearía ya no despertar. Un estruendo en el cielo y reconozco un olor, una presencia familiar; trato de convencer a mi mente de que la locura trata de jugarme una broma, una de la cual no quiero ser participe.
Silencio, una mano me acaricia dulcemente; mi corazón encuentra el botón para encenderse. Aprieto los ojos, temo que al abrirlos aquello se esfume.
Tibios labios me regalan un beso, escucho mi respiración, con ello confirmo que no he muerto; hay algo que trata de revivir mi traicionado cuerpo.

Un olor, un calor que mis poros reconocen en la ceguera de la depresión; aún aprieto mis ojos; trato de convencer a mi lógica que aquello ya no es posible.
Estiro con delicadeza el brazo y oprimo el botón de mi lámpara de noche, esperando que los fantasmas huyan y dejen la desesperanza de mi ser intacta.
Poco a poco abro los ojos; bruma, irrealidad y sin más, su rostro.
Ha vuelto en complicidad de la noche.

Navego en el océano de mis pensamientos mientras exploro la profundidad de sus ojos negros, y ya no puedo pensar, no puedo emitir sonido alguno. Simplemente me sumerjo en su aliento, en el beso más puro y sincero que mis labios han dado.
Se acelera mi respirar, quisiera llorar, pero no puedo dejar de morder esos labios que ya no recordaba, eran una ligera bruma en mi memoria.
Será la extrema felicidad o es que la gravedad ha dejado de existir, pues siento que mi cuerpo vuela. Estoy probando el cielo en los brazos del sueño del infierno.

El deseo se ha apoderado de mi, es mágico tenerle entre mis brazos mientras la lluvia armoniza los sonidos de nuestro amor en proceso de la más pura consumación.

Imploro a las estrellas que este placer celestial no termine.
Y ahora me convenzo de que es un pecado ocultar un amor como este; no es posible que nadie pueda ser testigo de la máxima expresión del amor.
Me siento perdida en el paraíso, pues conozco la felicidad, la verdadera, no la que prostituyen en las calles.
Amo al hombre que me visita esta noche, pero soy conciente de que volverá a perderse.
Desearía visitar al oráculo para que me aclarara mi destino.

Recorro y dibujo en su piel las estrellas que se han tatuado en él, es el deleite más grande para mi ser, quisiera hacer eterno este momento, pero como todas las buenas cosas de la vida tiene que acabarse.

Como cómplice de la noche, huyendo del primer rayo matinal baja de mi balcón, abriendo las entrañas de la tierra para adentrarse en su mundo.
Esta vez no hace promesas, y me deja con la incetidumbre de verle alguna vez más.
Mientras aquí me quedo, hablándote mi gran amiga, que brillas blanca y fría allá en el exterior del universo.

viernes, 13 de julio de 2012

Ni de aquí ni de allá

¿Tienes fuego?
No me hagas esa cara, las putas también fumamos, digamos que en un caso particular, lo hago como para preparar motores para atender bien a mis clientes, ¿Entiendes?
Para clientes como tú, una tiene que convertirse en más que una terapeuta de orgasmos, tenemos que ser algo así como amigas, de esas que te abren las piernas después de escucharte lloriquear por horas. Pero ¿Qué decir? Gajes del oficio.
¿Subimos ya a la habitación, o seguirás ahogando tus frustraciones en ese vaso de wisky?
Subamos pues por el elegante elevador; anda pavoneate conmigo, al fin quién se va a enterar que debajo de esta ropa de diseñador hay toda una fiera a punto de atacar.

¿Quieres hacer más preguntas?
Adelante, tú estás pagando las preciosas horas de mi servicio y puedes hacer con ellas lo que quieras, ahh pero si te advierto que putas como yo venimos con contrato y letras chiquititas, pero si es tu deseo seguir, bien por ti, la casa sigue ganando.

Uh, ya vamos a comenzar con las preguntas incómodas, pero está bien, qué mas da contartelo a ti o a un diario, al fin a mi me sirve para vomitar un poco de la basura que vive en mi.

Ok, es tú gusto.
¿Quieres que sólo me quede en ropa interior o que me desnude completa?
Te recuerdo, el que paga, manda.
Bien.
Contesto tus preguntas, mientras hago "manualidades".
¿Mi edad? De menos invitame un café, esas cosas se les preguntan a las novias, y aún ellas se molestan.
Sí, gracias por recordarme que quien paga es quien decide hasta donde parar.
Tengo 30 años recientemente cumplidos, ¿Estoy bien conservada verdad?

Cariño, pero que fácil es excitarte, ¿no preferirías dejar las preguntas de lado y dejarte llevar por los placeres de mi boca en tu ya endurecida masculinidad?

¿Manos mágicas?
Será por su reducido tamaño que se esfuerzan por hacer bien su trabajo.

¿Qué si me he enamorado de algún cliente?

¿Cómo le dices a un corazón que no sienta?
Te cuento, se llamaba Alejandro, un neurocirujano de lo más delicioso. Lo conocí en una de mis puterias bien pagadas en un antro de Polanco.
Imagínate, todo un semenatl de 1.95m de altura, de ancho y largo ni te hablo, podía pasar horas comiendome aquello sin cansarme, nada más de la pinche gula que me daba verlo.
Alejandro, como te decía es un neurocirujano cercano a las cuarenta primaveras, pero muy bien llevadas, es casado y tiene una hija que hoy debe estar cumpliendo 6 meses de nacida. ¿Te digo algo gracioso? Se llama igual que yo, pero no Dita, ese es mi nombre artístico.

No olvido ese abdomen bien marcado, piernas y brazos fuertes, un trasero de concurso, ojos miel, piel tostada.
Los primeros encuentros fueron meramente negocios, algunos congresos en playas paradisiacas, con ropa y comida incluidos.
Un encuentro en especial, fue lo que nos llevo a un extraño enamoramiento, la cita fue en mi depa, digo, ya había suficiente confianza como para dejarlo estar en mi santuario.
Antes de que llegara, estaba como pinche adolescente, viendo que me pondría, obviamente me esmeré en cada detalle, prepare de cenar, servi copas con vino y lo esperé.
Llegó puntualisimo a la cita, y sin pensarlo, nos estabamos besando, fue un besos de esos que te prenden en dos segundos. Un abrazo y más besuqueo nos llevaron al sofá y lo demás imaginatelo.
Terminada la mejor sesión de sexo de mi vida, me envolvi en una sábana y traje la cena a la mesita de café y comimos.
No mentiré, terminada la segunda copa de vino, la cachondería se apodero de nosotros e hice algo que en mis clausulas está prohibido, dormir con él, abrazada de su pecho, haciendolo mío a placer.
A la mañana siguiente una llamada del hospital donde trabaja me salvo la vida.
Pero nada volvió a ser igual, creerás que ¿hasta dejé de cobrarle al grandisimo hijo de puta?

Duramos cerca de un año, en dónde le poníamos como conejos, y sí, me enamoré.
Esperaba un mensaje, un correo, una jodida llamada; mi corazón latía como loco cada vez que él llamaba o cuando estaba conmigo.
Me convertí en la noviecita, amante, como le quieras decir, al fin ya me vale madres.

De ser una hombre atento y amoroso, fue espaciando sus visitas, hasta en punto de que sólo una vez al mes podíamos vernos, y eso ya con muchos pretextos.
Hubo un momento en que yo misma los ponía porque me encabronaba verlo, me daban ganas de mentarle su madre, pero ya sabes, el profesionalismo está por delante y le volví a cobrar, digo, en algo tenía que redituarme, pero realmente me partía el alma, hacerlo mío como puro trámite administrativo; ya ni ganas le echaba.
Bueno con decirte que lo que te hago ahorita a ti, él ya no lo obtenia ni por el alto precio que le ponia.
Darle un orgásmo, ni que estuviera pendeja, cada vez que veía que el tipo estaba a punto del extasis, le pedía que pararamos para tomar agua, contestar una llamada. Cualquier mamada con tal de dejarlo insatisfecho.

Hace unos 8 meses me confesó el embarazo de su esposa, claro, me enojé, pero puse mi pinche carota de hipócrita y hasta lo felicite.
Y de la manera más decente y elegante que encontré después de meterle tremendo cachetadón le pedí que ya no me buscara ni como su puta.
Hasta eso tengo dignidad, no te creas.

¿Ya quieres coger?
Está bien, pero..., ok, ok te sigo contando.
¿En la orilla de la cama? ¿Así o más agachada?
Ay cariño, en dónde tenías escondidos esos trucos; no manches hasta se me olvidó qué carajos te estaba contando,

Gracias, justo ahí me quedé.
Bueno, pues hizo el jodido intento de buscarme sin éxito. Yo me moría por verlo, pero una tiene que ser fuerte y pensar en el costo-beneficio, y este hombre ya no me redituaba en nada.
No me daba dinero suficiente, no se me antojaba no hacerle una chaquetita, ¿entiendes? Bueno ni pinche tiempo me daba y pues le desilusionada tenía garantía de no reparación.

Pasaron meses antes de que supiera de él, hasta que llegó un correo, con una foto de su hija entre sus brazos.
Lloré, por horas como niña desesperada, me dio mucho coraje ver tán felíz escena y saber que nunca la viviría así.
Muero por se madre, pero entre la vocación de puta y la maternidad, pues la puta gana y por varios miles de pesos que veo en mis cuentas de banco.
En el correo me explicaba las cosas que habían pasado, hasta me dijo que me queria. Demasiado tarde diría yo, pues en ese momento había firmado con sangre el no ver a mis clientes con cara de otra cosa.
Desde entonces me considero terapeuta-vendedora.
Te vendo las horas de placer a un alto costo y la terapeada va por mi cuenta.
Me considero una terapeuta cuyo método es el órgasmo.
Super efectivo y siempre vuelven por más.

Me causa un tremendo placer que regresen mis clientes completamente dependientes de mis artes. Hasta se me infla el ego de ver tantísimo cabron sonriente en la calle y pensar que yo soy la responsable de la livianidad de sus pasos, aún cuando van de la mano de sus novias o esposas.

¿Que qué más se hacer?
Cariño, deja de preguntar pendejadas como mis amores y esas cosas; recuéstate que ya  te atiendo como te mereces, ¿por qué no te pones cómodo mientras yo te enseño a entrar al cielo y si te gusta, hacemos una cita para que regreses?

Si quieres papel, para limpiar tu pequeña eyaculación, está la caja de pañuelos a tu derecha.
Ahora vuelvo, porque mis actos necesitan cambios de vestuario.


viernes, 6 de julio de 2012

El nombre es lo de menos

Llámame como quieras, al fin ¿ya pagaste no?
Mi nombre es lo de menos cuando el lenguaje de la cama reina en estas cuatro paredes.
¿Arriba o abajo? Es tu desición, ya te dije que ya pagaste por mi servicio, yo sólo me rento para entretener tus frustrados deseos de matrimonio en la pura santidad del buen marido.

Dita, Afrodita, como gustes y mandes o como más te excite, no creo que vuelvas a tener la cantidad que te pido por rentar mis servicios.

No soy puta barata, eso es cierto, y no es que sea una mujer que de niña la violaron o que me secuestraron para vender mi cuerpo por unos centavos.
Ser puta, como yo, es cuestión de desición y de ganas; no de tragedias mediaticas.
¿Qué si es mi profesión?
Profesiones hay muchas cariño, vocaciones muy pocas, y la mía es una vocación auténtica.
Se puede ser doctora, psicóloga, pedagoga, ingeniera...profesionista para que me entiendas; pero para mi, eso de la putería es una verdadera misión en la vida, es algo que se disfruta hasta en la más asquerosa de las circunstancias.
¿Cómo empecé?
Estaba en la universidad, y siempre con la fama de piernas de condominio, decidí que placeres como esos no debían de regalarse, sino tenía que tenía que redituar en mis cuentas bancarías.
Las cogidas de a gratis eran por puro ensayo, ya sabes la práctica hace al maestro, pero ya con la pelvis bien entrenada y con la teoría de los placeres de la boca, podía lanzarme al mercado como una puta de categoría, no de esas que viven cobijadas por la noche paradas en la esquina, mostrando las gracias y aveces desgracias que la naturaleza les dio. Eso es de gente vulgar.
Yo visto las mejores marcas, sólo los perfumes más finos tocan mi piel.
Recuerdo bien mi primer pago, tenía un contacto de una disque agencia de modelos, y me pidieron a través de un catálogo, para ser acompañante de cierto poderoso político que por respeto y seguridad no diré quién es.
Mando a recogerme en una limosina blanca con champaña incluida, pidió detalladamente que mi vestuario fuera de lo más elegante.
Pasamos una noche entre influencias y bebidas; saliendo de aquel lugar, nos dirigimos a su departamento, lugar majestuoso, amueblado con cosas que una gata cualquiera no podría soñar.
¿Que qué hicimos?
Eso no tiene nombre, de principio a fin tuve un hombre en toda la extensión de la palabra.
Llegamos a su habitación, la cual ya tenía unas velas encendidas en el buró, sin provocar nada, bajo delicadamente el cierre de mi gran vestido blanco, muy decente por cierto, y me dejó tan sólo con un pequeño liguero que escondía delicadamente la poca tela de mi tanga de encaje.
Movió mi cabello, dejando desnuda mi nuca y comenzó a besarme; no quiero decirte lo húmeda que me puse al instante, parecía que ese hombre tenía el instructivo de mis placeres.
Poco a poco me di la vuelta y prenda a prenda fui desnudándolo, dejando su bien formado cuerpo ante mi.
Fue más la calentura que la misión de complacerlo, la que me llevó a sentarme en la orilla de la cama, ya sólo con los tacones puestos, él se quedó parado frente a mi, con su hombría creciendo en mis ojos; no sé cómo ni en qué momento, mi boca estaba provocando su primer orgasmo, mientras yo me sentía cada vez más excitada.
Ya lo que pasó después te lo puedes imaginar y la cantidad de dinero que gané, tú te la ganas en un mes de esclavitud de oficina.

Yo soy puta de muchos precios, todo depende de qué quieras.
Dime cuánto pagas y te diré qué obtienes, esa es mi filosofía, no es lo mismo querer una puta para satisfacer tus 5 precoces minutos de excitación, que ser tu puta todo el fin de semana fuera de la ciudad mientras vas a tus supuestos congresos dejándo a tu esposa e hijos en casa.
Hay grandes diferencias.
Yo regalo postales espectaculares cuando salgo con la ropa interior que más prende a los hombres, contorsionandome en cuanta rara posición que se te antoje.
Te puedo chupar hasta el alma si ese es tu deseo, pero todo tiene un extra.
Es como ir por una hamburguesa y terminar comprando un combo de pura gula.

Soy puta de renta elevada, no me meto con quien no puede pagarme. Y si me llegas al precio hasta te estreno en las artes amatorías.
Mi pelvis, así como muchos la han descrito es el mismo paraíso cuando se mueve en círculos.
Tengo los pechos adecuados, no están caídos y son dos perfectos círculos que han enloquecido a mas de uno.
No mentiré, tengo clientes que han vuelto, y quienes con el paso de los años se han hecho hasta amigos con los que puedo coger por toda mi casa y cobrarles.
No fio, eso nunca; no me enamoro, eso es ley.
¿Novio?
Dejemos ese tema aparte, digamos que encuentro más placer y felicidad al cobrar, que andar suspirando por los rincones sin ningún beneficio.

Soy zorra de día y puta de noche, ¿Cuál escoges?
La zorra, le sabe dar celos a esas novias ingratas que te dejaron.
La puta te hace olvidarlas orgasmo tras orgasmo

Es cuestión de decisión, pero eso si te digo, la zorra sale más cara, pues el trabajo de la actuación frente a las ex, no es de un día.

La puta, es cara, pero más accesible, pues te da placer sólo a ti.

Has de cuenta que soy como una terapeuta, tú sólo esciges con cuál te acomodas más, pensemos que la zorra es como el psicoanálisis, lento pero altamente efectivo, pero puede dejarte endeudado por mucho tiempo.
La puta es como una terapia breve, te doy en el clavo y te dejo satisfecho desde la primera cita.

Dime querido, ¿Qué mas quieres saber de esta mujer con vocación de puta, de piernas inquietas y calores constantes?

El carretón de las desilusiones

Todo en el mundo tiene un principio y un fin, somos de la tierra y a ella volvemos. Es una ley que no puede cambiar.
Pero muchas veces nos preguntamos ¿A dónde van todas aquellas cosas que no se concretaron? Como los sueños, las ilusiones, los versos no recitados, los besos no dados. En fin todas aquellas cosas que hicieron o hacen de nuestro paso por la tierra un poco más difícil.

En una de esas ocasiones en las que una vez más veía partido por completo mi corazón, conocí a Don Roberto, un señor que parece no tener principio ni final, siempre manejando un carretón con letreros que parecerían bromas a primera vista: "Se venden versos inconclusos" "Busque sus besos no dados" "Bote de suspiros en oferta" "Ilusiones perdidas al 2x1"
Tuve a bien tener el valor de preguntar sobre el peculiar mensaje de su carreton, ahí fue donde por fin entendí la realidad de las cosas.

El carretón de las desilusiones va recogiendo uno a uno los corazones rotos, los suspiros en soledad, los poemas y versos escritos con lágrimas, entre otras desgracias humanas. Don Roberto es el eterno encargado de tan dolosa tarea, pero así como les recoge, los va devolviendo a sus dueños cuando menos lo esperan.
El trabajo de quien maneja el carretón es de recoger cada corazón roto y enmendarlo con esperanzas, de atrapar las lágrimas y volverlas sonrisas, de guardar ilusiones perdidas y convertirlas en nuevos sueños.

Pensaba al mismo tiempo en que sentía el dolor de mi roto corazón, en la increíble belleza de poder reciclar las peores cosas de la vida, para poder convertirlas en bellos recuerdos para quienes tenemos el honor de ser mortales y vivir en este mundo que pareciera colapsar.

Si tienes la bella oportunidad de ver al carretón de las desilusiones llegar a tu casa, no te acongojes, que tu tristeza será recogida y se te devolverá en felicidad que te hará olvidar las tragedias por las que has vivido.
Si quieres escucharle llegar, pon atención en las noches, donde reina el silencio de los durmientes, y así, en la lejanía podras escuchar el caminar del unicornio que arrastra con pesar el carretón y si pones aún más atención percibirás en el aire la voz de Don Roberto, comprando ilusiones, corazones y lágrimas, dando a cambio de alegrías para el mundo.