viernes, 24 de enero de 2014

Almuerzo de tango callejero

La pregunta de Rafael me dejó pensando toda la noche, decidí no contestar a su mensaje, existía un miedo que no quería saciar con nada.

A la mañana siguiente intenté que aquellas palabras no me derrumbaran, me dedique a hacer mis cosas.
Soy actriz de profesión y también doy clases en mis ratos libres.
Y fué precisamente durante una de mis materias en las que mi tranquilidad se vió interrumpida por un mensaje de texto, que decía:

"Preciosa, hace horas que no tengo noticias tuyas, me siento en un abismo sin fin ahora que no estás entre mis brazos, dime, ¿Por qué has llegado tan tarde? Estoy agonizante, dime por favor que nos veremos hoy, no has llegado a desayunar, son las 5 de la tarde, te extraño, por favor contesta, prometo explicar todo lo que no puedes entender. "

-Señores, la clase se suspende, tengo un asunto personal muy delicado que debo atender enseguida.

Es el único argumento válido que tomo para salir corriendo hacia mi automovil. Y es allí en donde tomo valor y contesto:

"Hola Rafael, una disculpa por no llegar a desayunar, olvidé por completo platicarte que debía trabajar. Estoy desconcertada sobre tus preguntas, ¿te parece bien si paso a tu casa a platicar mañana al medio día?
El día de hoy me es imposible dejar mis compromisos.
Saludos, Muriel"

Tomé un respiro profundo, encendí el coche y durante toda la noche traté de ensayar una hipocresía que era evidente nadie me podría creer.

¿Qué tiene este hombre que me afecta tanto?

Me dormí abrazando mi terrible cuestionamiento.

9:00am, suena mi celular

"Hermosa, ya cuento las horas para tenerte entre mis brazos, por favor, no me hagas sufrir, ven ya por favor"

Me levanto de un brinco, me meto a bañar...dejo que el agua caliente recorra mi cuerpo, inevitablemente recuerdo sus manos, sus besos, todo su ser hundiéndose en mi.

Al cabo de una hora estoy lista, llevo un vestido blanco, tacones altos y una chamarra de piel color camello.

Llego a su departamento y me recibe con un intenso beso que me deja sin aliento alguno. Sutilmente lo hago para atrás.

-Hola, que bienvenida la tuya, pero tienes muchas cosas que explicarme,no puedo volver a hacer lo mismo de la otra noche hasta que no me aclares qué quieres decir con eso de que he llegado demasiado tarde.

Un silencio sepulcral reina entre nosotros, su cara se descompone, pasa de ser ese hombre sensual de piel tostada y cabello alborotado a un fantasma temeroso, parece sudar.

-Siéntate Muriel, esto es, difícil de explicar y espero que después de escucharme aún quieras quedarte a almorzar conmigo.

Mientras me dice esto me dirije hacia aquél sillón que hace dos noches fué testigo de una pasión que aún me enchina la piel.

-Sí, es cierto querida, has llegado muy tarde a mi vida y ello me causa un dolor incontrolable he pasado días pensando en todo aquello que hubiese sucedido de haberte conocido dos años antes.
No quiero marearte con mis palabras, eres preciosa y la preocupación no es el mejor adorno a tus bellas facciones.
¡Ay Muriel!
Te habría tratado como reina, si hubieras sido mi mujer, lo tendrías todo.

Hace una pausa, ahora me queda claro, sé a la perfección qué es lo que dirá.

Soy casado Muriel, hace un año que lo estoy, ella se llama Anabel, y por el momento se encuentra de viaje en Europa, está trabajando y no llegará hasta el mes próximo.
No quiero que pienses que me dedico a seducir  mujeres en el Bar Rojo, para nada, voy ahí a disfrutar de la música y los tragos.
Cuando te ví aquél día, escribiendo meticulosamente tus pensamientos en aquella servilleta (mostrandome el papel) quedé prendado de tu belleza, tienes una sensualidad que flota en el ambiente. Juro no ser el único que quedó anonadado ante ti.
No te voy a decir que mi relación con mi esposa es mala, que ella me cela, que estoy separandome, jamás pordría mentirte de esa manera. A ella la amo, tenemos mucho tiempo juntos y si me casé con ella es porqu estoy seguro de querer envejecer a su lado.
Pero cuando te veo, con esa naturaleza que predica ingenuidad, comienzo a dudar, me encantaría tenerte siempre en mi vida, siento que al fin encontré a mi alma gemela.

Mientras el sigue hablando, tratando de justificar su cobardía, me lleno de una rabia que en lugar de hacer que me levantara y pusiera punto final a la agonía, me hizo llorar.

-Cállate Rafael

Caí en sus brazos y ahogué sus palabras en besos que se conviertieron en caricias que nos mantuvieron ciegos de verdad.
No puedo creer que esté haciendo esto, no puedo ir por las calles mendingando amor, no quiero ser Roxane, no quiero ser la chica de ese tango callejero.

Son las tres de la tarde, estoy realmente cansada, él reposa hermoso junto a mí, ha caído en un profundo sueño que me obliga a tomar mis cosas y salir corriendo.

Subo a mi coche, prendo la radio, sé que por algún lado tengo ese disco, quiero escuchar esa canción.
Arranco el coche y me pierdo en la inmensidad de la ciudad con su inquietante tráfico que hace que poco a poco vaya calmando mis ansias, mis celos, toda esa frustración de saberme amada, pero que jamás podré sacar ese amor a la luz.

Pongo  "El tango de Roxane" y escribo

"Rafael, gracias por la explicación, lo he pasado de maravilla contigo, pero no quiero convertirme en la chica que vaga por las calles en busca de amor, dejando de lado el bien y el mal. Quiero verte hasta que tu mujer regrese, pero promete evitar hablarme de tu amor, si quiero tener un recuerdo tuyo, debe ser grato. No llegué tarde, llegué justo a tiempo para que revalores tu vida.
Sólo me gustaría hacerte una pregunta ¿Eres felíz? Pues a mi parecer no lo eres, pues has depositado en mi el motivo de tu alegría y no en ella, que se supone es el amanecer de todos tus días?

Te dejo un beso, más tarde, te envío mi dirección.

Muriel "

Son las diez de la noche, y suena mi móvil...

viernes, 10 de enero de 2014

Tango mundano para desayunar

En esta solitaria mesa con breve iluminación de una pequeña pero romántica vela estoy observando el amor desde la trinchera en donde las parejas felices me parecen extrañas y en donde mi razonamiento comieza a estar nublado.
Me repito todo el tiempo "Muriel, el amor es sólo una enfermedad que se combate con inteligencia"

Que liviana es aquella línea que divide a la felicidad de la envidia corrosiva...un día bailas un apasionante tango y crees tenerlo todo y en un segundo estás en un rincón mundano, observando a una pareja felíz, deseando con cierta amargura que alguna desventura los rodee y los convierta en esa sombra en la que hoy te has convertido.

No es que odie el amor, pero me cansé de ser su juguete, una mujer como yo, ya no puede soportar los golpes físicos, que aunque pocos sirvieron para arrojar por un abismo interminable a mi dignidad.
Tengo dos años vagando en la soledad que brinda la soltería, y en la mayoría de mis días ello no me ha significado dolor, pero hoy, sentada en esta mesa, viendo este espectáculo teatral lleno de pasión, me he llenado de una incertidumbre que me corroe los huesos y genero reacciones químicas en cadena que suprimo con vino tinto.

"El tango, entre más mundano y sucio, más apasionado...no puede ser pudoroso, perdería el sentido"

Resuena una voz grave a mi lado

No tengo claro si es el efecto de la segunda botella de vino o si de verdad existe el amor a primera vista, pero este hombre ha robado por completo mi ateción.
Es alto, espalda ancha, piel dorada, ojos marrn, cabello rizado y perfectamente alborotado...se sienta a mi lado y comienza a conversar acerca del baile que ahora vemos, no sé si se habrá dadp cuenta de las interminables notas mentales que yacen al lado de su mano en esa pequeña y arrugada servilleta...tal vez se compadece de mi.

-¿Bailas?

Se levanta y me ofrece la mano para pasar al centro de la pista
Me ruborizo
-No sé bailar, haría el ridículo

-Bien, no bailes conmigo esta noche, pero acepta desayunar conmigo, el sol ya anuncia la llegada del día y no sería cortés dejarle ir tan llena de alcohol y agonía y con un estómago vacío.

-Pero, no lo conozco, nisiquiera sé su nombre
¿Podría tratar por una vez de dejarme llevar?...No, por Dios...bueno, está bien, nada pierdo con desayunar con un extraño.

-Me llamo Rafael
Interrumpe mi ensoñación y besa mi mano con duzura

-Muriel
Digo con desgano

-Ahora que sabes mi nombre, ¿Me concederías el placer de desayunar conmigo?

No sé qué me pasó mi mente clamaba un rotundo ¡No! pero mi cuerpo, como si no tuviera voluntad alguna, provoco que mis cuerdas vocales emitieran un débil pero conciso
Sí, con gusto.

¡Qué carajos me pasa!
Dejo pasar el último baile, pago mi cuenta, y mietras espero a que me entreguen mi abrigo, Rafael llega y se posa a mi lado, ofreciendome su brazo, me invita a salir del lugar.

-No te asustes Muriel, vivo en el Penthouse cruzando la calle, sólo será el desayuno, lo prometo. No soy un excelente chef pero puedo preparar lo que quieras comer.

Mi cuerpo sigue sin seguir mis ordenes mentales, estoy sonriendo.
-Muchas gracias, un omelette estaría excelente y una gran taza de café, comienzo a tener frío y eso ayudará.

¿De dónde me sale esta mujer linda que sonrie como boba?
¿En qué momento, la luz del sol se hizo una con el dorado de su piel?
¡Lo deseo y mi cuerpo lo sabe!

Mientras subimos por el elevador trato de que mi débil carne no de a conocer sus deseos, pero con solo verlo me ruborizo, esto será más complicado de lo que me imagine en el bar.

Rafael, me deja en la terraza y pone música para ambientar el momento, claro, tango.
En un abrir y cerrar de ojos pone el desayuno frente a mi, y para mi sorpresa se ha cambiado de ropa.
Lleva unos vaqueros que le ajustan a la perfección y una playera gris.
Ahora que lo observo a la luz, tiene la barba entrecrecida, con algunas canas que le hacen ver más interesante aún.

-¿Y qué te llevó al bar Rojo anoche? Perdón si me muestro curioso, pero me parece increíble que una mujer tan bella como tú, estuviese ahogando una clara pena con costosas botellas de vino, mientras presenciaba el espectáculo del amor en pasos de sensual tango.

No voy a decirle que estoy desilusionada porque me dejaron plantada en el altar, digo, puede asustarse.

-Sólo trataba de alejar malos recuerdos de mi cabeza, pero entre más trataba de ahogarlos, parecían flotar y bailar al ritmo de aquellos tangos.

-No sabes bailar ¿cierto?

-Sí, no lo sé hacer

-Disculpa el atrevimiento, no quiero asustarte, pero ¿Me permitirías enseñarte?

Un extraño pero delicioso calor me recorrió todo el cuepo, no dejando espacio para cualquier razonamiento lógico...sólo sonrei y asenté con la cabeza.
Se levantó y tomó de mi mano, pidiendo gentilmente que me levantara.

Frente a frente, colocó su mano en mi citura y acomodó mis manos de tal modo que parecía abrazarlo.
Paso a paso me fué enseñando movimientos básicos que en el reflejo del espejo comenzaban a verse muy sensuales.
Acerco sus labios a mi oído y dijo:

-Los tangos mundanos, sucios y pasionales son los que más se disfrutan

Mienras iba diciendo estas palabras una fiuerte descarga eléctrica recorrió mi cuerpo y él, cómo si conociese el lenguaje de mis poros, supo como saciar esa sed que comenzaba a desesperarme.
Me sujetó con fuerza y comenzó a besarme de tal forma en que mis pensamientos y principios se hicieron nada. Mi cuerpo parecía dominado por una extraña magia que emanaba de su ser.
No sé en qué momento la ropa me había abandonado para quedar como vestigio de un tango que estaba por bailar.
Acostada boca abajo, sentía sus labios recorriendo mi espalda, mis glúteos, mis múslos...todo mi ser respondía a su deseo.
Dulcemente me volteó, quedando cara con cara...un beso apasionado, mordiendo intensamiente mis labios, lo dejé entrar e inundarme de su pasión...
Vi pasar las horas hasta que la noche y el cansancio me tumbaron en un gran sillón.

La lógica me atacó, me vestí con prisa, tomé mis cosas,y antes de que pudiera pronunciar palabra alguna, pidió que dejara mi número, me besó tiernamente y como un gentil caballero, no dejó que me fuera sola en compañía de la noche.
Tomó las llaves de su motocicleta, los cascos y salimos cobijados por estrellas hasta mi casa, en donde finalmente nos despedimos.

No había pasado ni una hora de haber llegado, estaba tomando un baño en mi tina, cuando un mensaje llegó a mi móvil, era él con una pregunta que me tiene desconcertada:

¿Por qué Muriel? ¿Por qué has llegado tan tarde a mi vida?


viernes, 3 de enero de 2014

Hace doce horas pensaba en ti

Hace doce horas pensaba en ti...
Y comenzaban a invadirme los recuerdos de tu amor carente de consistencia.
Imaginaba tus besos entre los prematuros rayos de sol que acariciaban mi rostro...incluso con ellos jugué a sentir tu calor.

Hace ya una semana que dejamos de hablar, aún me recorren constantes escalofríos consecuencia de la terrible desintoxicación de tu piel sudorosa en mi piel, producto del pecado mismo de nuestro amor prohibido.

Aunque sé que me amas, te prefiero lejano, cobarde, en brazos de tu infelicidad, pues careces del coraje de satisfacer las urgencias de tu alma.
Solias decirme que el alma sólo puede tener dos colores...blanco o negro.
Y he descubierto con un pesar que me causa una alegría infinita, que entre esos colores fríos y cerrados, hay muchas tonalidades de gris.

¡Soy gris amor!

Sí, gris como las nubes de lluvia, pero no, no estoy apunto de llover.
Soy gris porque hay una bipolaridad en mi ser que me hace disfrutar de los placeres del cielo y el infierno en el mismo lugar.

Hace doce horas pensaba en ti, y después de aquél fugaz pensamiento, te dejé partir.