viernes, 14 de febrero de 2014

De danzón y corazones rotos

Me lleno de un nervio delicioso que no conocía, ¿Qué me diría esta vez?

Tomo el celular y abro el mensaje:

"Muriel, mi querida Muriel:

No hablarte de amor sería tan trágico como una noche sin luna, no puedo ser egoista con mis sentimientos, pero comprendo bien tus peticiones, sé que es imosible que quieras verme cuando Anabel esté aquí.
La oscuridad de un amor clandestino no es algo con lo que pueda ensuciarte, acepto de mala gana tus condiciones, acepto verte solo por este brevísimo tiempo."

Me sentí hundida en una sensación entre victoria y derrota, lo odría ver un poco más, pero tendría que abandonarle para dejarle ese espacio a su esposa.
¡Soy una imbécil!

Quisiera salir corriendo de mi razonamiento al ritmo del Danzón #2, ir recogiendo los pedazos de un corazón ya fracturado.
Cómo quisiera no existir, no tener esta angustia agonizante en mi pecho, me está matando.

Tengo que salir, tengo que verlo.

Tomo una chamarra, mi botas y voy corriendo al auto, y sin pensarlo demasiado ya estoy manejando a su casa, y son las dos de la mañana, ¿Qué pretendo?

Morir, eso pretendo, morir entre sus brazos esta noche, hasta que me quede sin nombre y mi memoria sea una hoja perdida en el viento nocturno.

Llego por fin, estoy decidida a darle lo mejor de mi en este momento, tomo aire, toco el timbre y lentamete se abre la puerta...

-Si, ¿Qué desea señorita?, me dice una espectacular mujer morena.

Perdone la interrupción, creo que me he equivocado de departamento.

-Oh, no se preocupe, no hay inconveniente, recién regreso de viaje.

Mientras ella me dice esto, con un aire calmado, no esperando tal sorpresa, sale Rafael. Me mira fijamente y finge no conocerme.
Siento mi corazón hecho trizas, me disculpo y me doy la media vuelta con los ojos apunto de llover.

-¡Qué tonta he sido!

Pongo mi danzón a todo volúmen y huyo de mis pensamientos pisando el acelerador

-¡Muerte, llévame contigo!

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