jueves, 8 de mayo de 2014

Y en un suspiro...te abrazo

Tengo la sensación de tus brazos rodeándome protectores, no sé dónde estoy, qué es lo que pasa, hace un minuto reía con ellas y ahora estoy hundida en un sueño placentero.

El calor es agradable, me siento bien, quiero acurrucarme en tus brazos, quiero dormir, ahora...todo está bien.

Al despertar, grandes paredes de columnas blancas invaden mi visión, la música de violines y el dulce canto de un coro me hacen sentir plácida y sin prisa de nada. Aquí parece que el tiempo transcurre distinto, el día y la noche son tan iguales que no es posible distinguirlos.

Aquí todos están bien, no hay complejos ni límites, un pestañeo se puede convertir en una cascada de pétalos multicolor en donde puedo bailar.

Conmigo están todos aquellos que volaron antes que yo, y ahora me enseñan las múltiples posibilidades del ser, me tranquilizan y  me envuelven en un mundo en donde todo es paz.

Los campos son enormes alfombras de pastos verdes al atardecer, toda posibilidad de existencia se conjuga en una única y maravillosa armonía que hace sonreír al corazón.

Y de pronto recuerdo...¿En dónde estás?

Me visto de mariposa y viajo por los océanos de luz y llego hasta tu ventana, tu mirada refleja tristeza, una nostalgia infinita por mi ausencia, ¿cuánto tiempo ha pasado ya?

Para mi ha sido comparable con un parpadeo, cuestión de segundos, un chispazo y nada más, pero tu rostro ha cambiado, mis hermanos no se parecen nada a mis recuerdos, la casa está cambiada, papá se ve cansado.
Ellos me dicen que tenía que sanar antes de verlos, para comprender lo que en vida duele. La muerte ha sido una transición necesaria para poder brillar en el cielo.

De pronto, sientes un frío que se cuela entre tus brazos, un escalofrío acompañado de un un perfume de violetas...suspiras...y en ese suspiro...te abrazo y vuelvo a acurrucarme en tus brazos protectores, mismos que me acompañaron en mi ascenso al paraíso.

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