viernes, 24 de agosto de 2012

Fuego de media noche

Que bello eres cuando estas acostado a mi lado, durmiendo plácido recostado sobre tu abdomen, dejando al descubierto esa espalda tuya que tanto me gusta; la tenue luz de la habitación pinta tu silueta en la pared y no puedo evitar sentir ese calor que me recorre el cuerpo entero mientras continuo observándote.
Recorro con la mirada la perfección de tu anatomía, y no puedo evitar parar en esos glúteos divinos que me hacen perder la razón.
Te doy un beso en la frente tratando de no despertarte, enseguida me abrazas contra tu pecho y dormimos.
Cuantas horas pasaron, no tengo conciencia de ello, pero despierto agitada con tus labios en mi cuello, hay una cálida desesperación en tus besos que hacen que los vestigios de mi inocencia sean corrompidos a tu placer.
Me tomas por la cintura mientras tu lengua recorre lentamente mi espalda, haciendo que pierda el aliento en cada rincón que ésta toca.
Tus manos hechas a la medida, aprisionan mis pechos, mientras recitas a mi oído todas aquellas cosas que encienden aun más la hoguera del centro de mi ser. Al tiempo te siento cada vez más cerca, pegando tu sexo firme contra mi, haciéndome estremecer, enterrando mis uñas contra la pared.
Así me vas haciendo tuya, tomas mis piernas como si fuese una bailarina y las mueves hacia donde gustas.
En un segundo estamos frente a frente, te veo ahí, encima de mi, con tus penetrantes ojos que me dictan cada uno de tus deseos. Me fundo en ti con un beso ansioso, cálido, que nos da la pauta de lo que sigue en esta noche que parece incendiarse.
La media noche reina ya, y estoy sobre ti, cumpliendo tus mas ocultos deseos.
Recorro a besos tu rostro, me hundo como el vampiro en tu cuello, te beso y te muerdo hasta hacer explotar esos gemidos que encienden mi volcán interno.
Mi lengua va recorriendo cada uno de los rincones de tu pecho, perdiéndose sigilosamente en esos rincones que he estudiado minuciosamente para satisfacer tus deseos.
Pasan así las horas en el mundo mientras nos amamos en carne viva, mientras olores a chocolate y miel inundan la habitación.
Te amo tanto que pierdo todo rastro de conciencia, soy tan tuya que no me atrevo a estar un segundo sin ti.
Enredados  en las sábanas nos abrazamos, y estoy en tu pecho, embriagándome con tu aroma, mientras me susurras un breve “Te amo” para caer dormidos en el éxtasis  de nuestra unión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario