viernes, 20 de julio de 2012

Un par de tacones y ¡lista!

Un día común y corriente de mi vida como puta.

Señor cliente, ¿No cree que perdería valiosos miles de pesos en escuchar mi respuesta? ¿No preferiría invertirlos en los placeres que le puedo ofrecer?

Deja te digo algo antes de que me contestes. Que conozcas mis servicios de la A a la Z para que tu historia de periodiquito esté bien aderezada, yo digo que igual y así ya te conviertes en un buen escritor, o por lo menos reconocido.

Bien, escucho tu respuesta.

Está bien, contesto a tus deseos, al fin tu pagas, o tu empresa, como sea, yo sigo ganando, mi cuenta de banco se sigue engordando como puerco que se mata en navidad.

Bueno, un día en mi puta vida, ah perdón, un día en mi vida de puta.
Generalmente como me desvelo, me voy levantando como a las 10 u 11 de la mañana, según mi ánimo. Prendo mi Ipod y escojo un buen playlist para hacer ejercicio. Cosa de unas dos horas para mantener la figura que me cargo, o ¿Creías que así nací? No, no, no papacito, este cuerpo me ha dolido para que quede como está, pero eso sí, todo natural, cero cirugías, nada más porque me da miedo el mentado cuchillo.
Bueno, después del ejercicio, me baño, me visto con cualquier cosa para salir a pasear y desayuno.
No creas que soy mujer de dietas, me dan hueva, yo como de todo, entre mas garnacha mejor y si viene con salsa, se convierte en el cielo.

Ya desayunadita, salgo, prendo el automóvil y me voy a la agencia, a ver si no hay algún trabajin con algún cliente nuevo, no mentiré, siempre de camino recibo por lo menos una llamada de algún cliente de tiempo y hacemos cita; normalmente les doy la cita de más noche, por aquello de que ya son consentidos, una les da unas horas extra de mera cortesía.
Bien, llego a la agencia, y si no se ofrece nada, me voy, a menos de que sea martes, el día en que entran los cheques de mis servicios en fiestas y reuniones como mera acompañante. Ya la putería va por mi cuenta, esa la cobro en efectivo; dinero contante y sonante para mi solita, libre de impuestos.

En el transcurso del día visito a mi mamá que vive a una hora de mi departamento, como con ella, la llevo de compras, pero eso sí, ella desconoce por completo este asunto de la puteria. Ella piensa que sólo me va muy bien en mi trabajo como modelo, y con eso se conforma.

Alrededor de las 5 de la tarde, llego a mi depa, lleno la tina, pongo música, y me doy un baño relajante.
Después escojo mi ropa y si tengo cliente temprano, me arreglo, y salgo nuevamente.
Algo indispensable entre mis accesorios es un reloj; si, hasta las putas tenemos el tiempo contado, más cuando tienes más de un cliente al día.

Llegando con los nuevos clientes, es más trámite o rutina lo que presento. Llego al hotel acordado, me presento, obvio yo ya sé el nombre del individuo, que por lo general parece gelatina mal cuajada de los puros nervios. Lo abrazo, le doy unos besillos de esos cachondones que van preparando los motores, le quito el pantalón y todo lo que me estorbe y le doy paso al sexo oral; generalmente dejo que estén parados para que tengan la panorámica de mis pechos y de mi boca, digo, para que se excite más y quiera reventar de placer.
Antes de que el asunto le explote, me levanto delicadamente, le sirvo una copa de vino y mientras él, ya completamente desnudo la bebe, me voy despojando de mi ropa poco a poco, dejando solo algunos detalles de encaje para darle más emoción al asunto.
Normalmente, ya están tan prendidos, que me comienzan a besar con la desesperación de un adolescente, se prenden y pues ya te imaginarás, señoras cogidas que nos aventamos. Orgasmos garantizados.

Todo el numerito dura dos horas; los dejo, les doy mi tarjeta, por si quieren hacer una nueva cita, ya directamente conmigo y no con la agencia.
Me apuro, y vuelvo a casa, me doy una ducha y escojo ropa más especial para recibir al nuevo cliente.

Ya el asunto de cama con el cliente conocido, es diferente y si te contara de uno en especial, pues te aburriría.
¿Qué te parece si hacemos otra cita para que experimentes en carne propia qué es ser cliente consentido?

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