viernes, 6 de julio de 2012

El nombre es lo de menos

Llámame como quieras, al fin ¿ya pagaste no?
Mi nombre es lo de menos cuando el lenguaje de la cama reina en estas cuatro paredes.
¿Arriba o abajo? Es tu desición, ya te dije que ya pagaste por mi servicio, yo sólo me rento para entretener tus frustrados deseos de matrimonio en la pura santidad del buen marido.

Dita, Afrodita, como gustes y mandes o como más te excite, no creo que vuelvas a tener la cantidad que te pido por rentar mis servicios.

No soy puta barata, eso es cierto, y no es que sea una mujer que de niña la violaron o que me secuestraron para vender mi cuerpo por unos centavos.
Ser puta, como yo, es cuestión de desición y de ganas; no de tragedias mediaticas.
¿Qué si es mi profesión?
Profesiones hay muchas cariño, vocaciones muy pocas, y la mía es una vocación auténtica.
Se puede ser doctora, psicóloga, pedagoga, ingeniera...profesionista para que me entiendas; pero para mi, eso de la putería es una verdadera misión en la vida, es algo que se disfruta hasta en la más asquerosa de las circunstancias.
¿Cómo empecé?
Estaba en la universidad, y siempre con la fama de piernas de condominio, decidí que placeres como esos no debían de regalarse, sino tenía que tenía que redituar en mis cuentas bancarías.
Las cogidas de a gratis eran por puro ensayo, ya sabes la práctica hace al maestro, pero ya con la pelvis bien entrenada y con la teoría de los placeres de la boca, podía lanzarme al mercado como una puta de categoría, no de esas que viven cobijadas por la noche paradas en la esquina, mostrando las gracias y aveces desgracias que la naturaleza les dio. Eso es de gente vulgar.
Yo visto las mejores marcas, sólo los perfumes más finos tocan mi piel.
Recuerdo bien mi primer pago, tenía un contacto de una disque agencia de modelos, y me pidieron a través de un catálogo, para ser acompañante de cierto poderoso político que por respeto y seguridad no diré quién es.
Mando a recogerme en una limosina blanca con champaña incluida, pidió detalladamente que mi vestuario fuera de lo más elegante.
Pasamos una noche entre influencias y bebidas; saliendo de aquel lugar, nos dirigimos a su departamento, lugar majestuoso, amueblado con cosas que una gata cualquiera no podría soñar.
¿Que qué hicimos?
Eso no tiene nombre, de principio a fin tuve un hombre en toda la extensión de la palabra.
Llegamos a su habitación, la cual ya tenía unas velas encendidas en el buró, sin provocar nada, bajo delicadamente el cierre de mi gran vestido blanco, muy decente por cierto, y me dejó tan sólo con un pequeño liguero que escondía delicadamente la poca tela de mi tanga de encaje.
Movió mi cabello, dejando desnuda mi nuca y comenzó a besarme; no quiero decirte lo húmeda que me puse al instante, parecía que ese hombre tenía el instructivo de mis placeres.
Poco a poco me di la vuelta y prenda a prenda fui desnudándolo, dejando su bien formado cuerpo ante mi.
Fue más la calentura que la misión de complacerlo, la que me llevó a sentarme en la orilla de la cama, ya sólo con los tacones puestos, él se quedó parado frente a mi, con su hombría creciendo en mis ojos; no sé cómo ni en qué momento, mi boca estaba provocando su primer orgasmo, mientras yo me sentía cada vez más excitada.
Ya lo que pasó después te lo puedes imaginar y la cantidad de dinero que gané, tú te la ganas en un mes de esclavitud de oficina.

Yo soy puta de muchos precios, todo depende de qué quieras.
Dime cuánto pagas y te diré qué obtienes, esa es mi filosofía, no es lo mismo querer una puta para satisfacer tus 5 precoces minutos de excitación, que ser tu puta todo el fin de semana fuera de la ciudad mientras vas a tus supuestos congresos dejándo a tu esposa e hijos en casa.
Hay grandes diferencias.
Yo regalo postales espectaculares cuando salgo con la ropa interior que más prende a los hombres, contorsionandome en cuanta rara posición que se te antoje.
Te puedo chupar hasta el alma si ese es tu deseo, pero todo tiene un extra.
Es como ir por una hamburguesa y terminar comprando un combo de pura gula.

Soy puta de renta elevada, no me meto con quien no puede pagarme. Y si me llegas al precio hasta te estreno en las artes amatorías.
Mi pelvis, así como muchos la han descrito es el mismo paraíso cuando se mueve en círculos.
Tengo los pechos adecuados, no están caídos y son dos perfectos círculos que han enloquecido a mas de uno.
No mentiré, tengo clientes que han vuelto, y quienes con el paso de los años se han hecho hasta amigos con los que puedo coger por toda mi casa y cobrarles.
No fio, eso nunca; no me enamoro, eso es ley.
¿Novio?
Dejemos ese tema aparte, digamos que encuentro más placer y felicidad al cobrar, que andar suspirando por los rincones sin ningún beneficio.

Soy zorra de día y puta de noche, ¿Cuál escoges?
La zorra, le sabe dar celos a esas novias ingratas que te dejaron.
La puta te hace olvidarlas orgasmo tras orgasmo

Es cuestión de decisión, pero eso si te digo, la zorra sale más cara, pues el trabajo de la actuación frente a las ex, no es de un día.

La puta, es cara, pero más accesible, pues te da placer sólo a ti.

Has de cuenta que soy como una terapeuta, tú sólo esciges con cuál te acomodas más, pensemos que la zorra es como el psicoanálisis, lento pero altamente efectivo, pero puede dejarte endeudado por mucho tiempo.
La puta es como una terapia breve, te doy en el clavo y te dejo satisfecho desde la primera cita.

Dime querido, ¿Qué mas quieres saber de esta mujer con vocación de puta, de piernas inquietas y calores constantes?

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