viernes, 27 de julio de 2012

Fuego Cruzado

Cuando una se muestra ante el mundo como el corderito de ojos brillantes, dócil y esponjado, es porque en verdad una guarda a la verdadera profesional en su interior.
Ese es mi día a día mientras Diablo y yo estamos separados haciéndonos cargo de nuestras éticas realidades, en donde el mundo ni se imagina lo que somos capaces de crear en soledad.

El universo nos ha hecho el milagro de no separarnos más, hemos tenido oportunidades de envolvernos en nuestra realidad, en donde podemos amarnos, en donde la ropa es un mero trámite de pudor.

Esta tarde, da aviso de su arribo desde el infierno.
Propiamente escojo cada uno de los elementos de mi vestimenta para que me encuentre deseable, irresistible a sus más pecaminosos deseos.
Al llegar, ya le espero con mi verdadero rostro en el balcón en donde todas nuestras historias se tejen; rápidamente escala por las enredaderas y sin más protocolo que el amor que se nos sale de los poros, me toma en sus brazos y me lleva al interior de nuestra realidad.

Diablo, me toma de la cintura y me pega contra la pared, no me deja ver, no me deja hacer nada, sólo tapa mi boca con su mano, mientras sus labios besan delicadamente mi espalda, mientras la mano sobrante recorre cada uno de mis rincones, haciendo que cualquier rastro de inocencia se pierda.
Lo siento pegarse a mi espalda, lo siento crecer, morder mis orejas, pronunciando las palabras que prenden los fuegos artificiales de mis deseos.
En un segundo, estamos frente a frente; voy comiendo su aliento despacio, mientras mis manos, le recuerdan el camino al paraíso.
Hay un fuego cruzado entre el cielo y el infierno, la tierra retumba al ritmo de los gemidos, de los breves y profundos rasguños en la espalda, es como si el universo sintiera lo que nosotros hacemos en la complicidad de la noche.
La lluvia cae con furia en el exterior, pero eso no es suficiente para apagar la pasión entre dos amantes deseosos de satisfacción.
No recuerdo haber visitado las puertas del paraíso con tal intensidad. Veo a Diablo directo a los ojos, mientras en su rostro se pinta el arte del placer y la pasión que se han encarnado de el.

Siento la totalidad de su cuerpo sobre el mio, transpirando; no puedo evitar recorrer con los dedos cada uno de sus rincones, aprendiendome toda su anatomía con sólo tocarlo.
Hay zonas que le hacen estremecer, le hacen gritar, y esas reacciones hacen que mi fuego interno arda cada vez más.

Fue una de esas ocasiones en donde ruegas a todos los dioses que no se acabe.
Ser Julieta escapando del terrible destino de volver a Romeo, me hace ser fuerte en la detrminación de aceptar las circunstancias de este amor con sabor a ilegalidad. Este amor tan inmoral que la sociedad me echaría a pedradas.
Escritora de mi propio destino, tengo el terrible temor de acabar como Shakespeare, inmortalizando al amor de mi vida en cada una de mis obras, tratando de conservar ese fuego, esa llama que me hace inspirar noche tras noche.
Que terrible destino sería que mi único y verdadero amor, tuviese que cumplir con los designios de una familia, de un compromiso con el que no esté de acuerdo.
Pero trato de imaginar que mis eternas plegarias sean al fin escuchadas, mientras me estremezco entre esos brazos fuertes que me dicen "No te vayas"
Como es mi costumbre me pierdo en el oceano profundo de sus ojos, tratando de hechizar nuestro destino, poniendo nuestros deseos a nuestro favor.
Uniendo nuestras realidades, tratando de hacer del cielo y el infierno un paraíso unificado, en donde todo es posible y nada deba cumplir principios de ética.

Pasadas las horas, quedamos recostados, uno al lado del otro, mi cabeza sobre su pecho escuchando ese corazón acelerado.
Un "Te amo" se escapa de sus labios, haciendo que un cosquilleo recorra mi cuerpo.
Lo beso lentamente, sintiendo una magia extraña dentro de mi. colocándose en el centro de mi vientre.

¿Quién pensaría que esa noche habiamos concebido la demostración del amor verdadero?


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