viernes, 13 de abril de 2012

Ángel Prestado

Ella llegó con el cálido verano, eternamente esperada e inmensamente amada.
Niña de piel de porcelana, rubios cabellos de oro y grandes ojos azules profundos como el mar.

Era extraño ver un ser humano irradiando tanta felicidad y contagiando su carisma en cada amanecer en la tierra.
Vivio tan feliz como todo ser huamno puede ser, aunque un poco acomplejada con breves detalles de su imágen ante los demás seres terrestres que la rodeaban día a día.
siempre querida por propios y extraños, se fue convirtiendo con el paso de los años en una mujer bella, llena de sueños e ilusiones, que iban desde profesiones artísticas y fisiológicas a la ternura de la futura maternidad.

Hubo momentos en los que sintió que su existencia era vana y vacía.
No satisfacía la circunstancia de su vida, la alegría que traía tatuada en el corazón.
Vivió dolorosas separaciones, rechazos, envidias que corroen y tristes dificultades académicas que hacían que sus sueños se desmoronaran frente a sus ojos, llenandola de una profunda agonía de la cual no sabia como salir victoriosa.
Siempre veía al cielo y cerrando los ojos mandaba una plegaria a dios, para que la dejase convertir sus anhelos en bellas realidades.

Tuvo con naturalidad, la rebeldía adolescente, en donde probó experiencias para aprender lo bueno y lo malo de ir madurando con el paso del tiempo y así ir tomando responsbilidades cada vez más complejas.

Conoció en plena flor de juventud, al gran amor de su vida, que cual telenovela no era del todo aceptado por su sangre más cercana, ya que la rebelión de sus edades provocó grandes tropezones que volcaban en muchas ocasiones las esperanzas de su familia de algún dia verla plena y satisfecha.

Tan bella como las flores que llegaron para su décimo octavo aniversario de vida, pasó un peculiar día con su familia completamente reunida como en sus antiquísimos años de infancia.
Comieron, convivieron, pasearon y rieron sin saber el duro destino que les deparaba esa noche.

Con la emoción de su adultez recién inaugurada, se puso sus mejores galas y al lado de las mujeres que más admiraba, salió a celebrar su vida.
Eran aproximadamente las once de la noche, llovía intensamente en la ciudad, el pavimento estaba húmedo y resbaloso...en un momento el rechinido de las llantas y los gritos se apoderaron del ambiente, y de repente un golpe...crujidos, rechinidos...silencio, tranquilidad.

Se sintió liviana y con una extraña sensación de felicidad.
Una gran luz apareció ante ella, después de deslumbrarla por breves instantes, reconoció en ella a aquellas personas que habian convivido en tierra con ella; eran todos sus ancestros que la recibían para llevarla al lado del señor, pues tras interminables plegarias la habia escuchado, y ahora demandaba su presencia, pues la estaba convirtiendo en uno de sus ángeles.
Subió por la escalera de luz y se hizo una con la eternidad.

A lo largo del tiempo, desde su ascención, fue enviando bellos obsequios para sus seres amadod.

El último de ellos, es la hermosa niña que crece en el vientre de esta escritora, hermana de ese hermoso ángel prestado.
Desde la vida terrenal le pienso, y aseguro con certeza ciega que ella, desde la estrella más brillante del universo me observa y me cuida.

Que felíz será la ocasión en que ella sea la luz que me recoja cuando mi timpo aquí se haya terminado.

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