martes, 10 de abril de 2012

El amor despúes de la perversión

No es un día común, me he levantado más temprano de lo habitual.
El sol, no ha dado señales de querer acompañar a esta noctábula amante en su camino de las siguientes 24 horas.
De paso por una carretera larga, observo breve y  bello amanecer, uno completamente especial, tal vez será el extraño calor que corre por mis venas, pero para mi es el más espectacular que he observado en ésta vida.

Como amante de un ángel, sabía mi posición oculta y deliciosa ante los mortales, pero...algo cambio en mi endemoniado ángel.
Lo cuento pues... siento que explotaré...

Tan breve y tan pasajera me habia levantado la mañana anterior, con la gran expectativa de ver a mi cómplice de juegos de amoríos y besos escondidos.
Platicamos por largas horas en el medio que se nos pusiera enfrente, con tan de no sentirnos tan separados y tan ansiosos del otro.

Sonaron a lo lejos las seis campanadas de mi segundo plano de realidad y en un parpadeo ya estaba a su lado, no les recuerdo la perfección de mi hombre, porque causaría la más terrible de las envidias.
El sol del atardecer y una delicada brisa de breve lluvia nos moja el rostro.

No puedo evitar que en esos encuentros sin planear mi sangre hierva como lava en un volcán que quiere explotar.
Nuestro juego es cada vez más natural, un tanto menos de amantes, pero inyectado de una intensidad sublime que desmaya al más mojigato de los terrestres.
Sus besos tatuandose en los centímetros exactos de mi placer, hacen que verle tan pleno, tan hermoso, tan cálido y deseoso de mi, me lleven a un éxtasis en dónde mi conciencia y razón salen volando a un rincón y quedan como meras espectadoras de áquel momento.

El nombre de amantes, hace que imaginemos lo obvio de la relación...
Pasada la primera sesión de saciedad, hace una pregunta que retuerce mi sutil panorama de nosotros, sí, me ha pedido con un aspecto de profundo amor que sea su novia.
Mi corazón comenzó en ese momento a bombear tres veces su capacidad, pero mi respuesta fue ligeramente desconcertante...sólo dije...no lo sé, tengo que pensarlo.
Bum, directo a la yugular y sin escalas.

Fue como amputarle un ala a un ángel, pero fuera de toda duda, continuamos por largas horas nuestro juego de pieles y sudores compartidos.
Fue el primer instante en mi vida, que sentí que amaba a una persona con todas mis fuerzas. Sentí un amor de esos que te quitan el aliento y un peculiar calor se apodero de mi.
Calor que mi siempre vampiro, interpretó de la manera más correcta y suculenta...aun tengo un sensible dolor en el punto que le dio la llave de mi completa entrega y placer. Recuerdo sus labios recorriendo esas bereves pulgadas, su aliento exitado y suplicante; su lengua siempre proveedora de mis mejores gritos.
Encontró la llave maestra sin duda y la usó a su conveniencia, me convirtio por largos y eternos minutos en su esclava.

En mi paso por las reencarnaciones recuerdo haber sentido exitación tal en cada uno de los poros de mi cuerpo. Nos entregamos enamorados y amantes al tiempo en que el sol se despedía y la noche se apoderaba de nuestros alrededores.

Cómo todo buen caballero, dueño de unos principios implacables me acerco en cu corcel blanco a mi carroza para que me fuera a casa, claro, antes me ha dado el más tierno de los besos y le dejo espectante de una respuesta que sueña con escuchar.

Subo pues, como delicada princesa a mi carroza y me alejo con la noche, no sin antes mandar a su lado a una dulce paloma mensajera que precisa le da mi recado con sello de urgente e importante.

El mensaje decía: "No olvide darte la respuesta, sólo quise dejar el suspenso para el final de la función...si quiero...si quiero ser tu novia".

Una luz iluminó su rostro, una que decia que el día se cerraba con broche de diamantes estelares.
Ambos sentimos una cálida sensación recorriendo nuestras venas, como si el morir en ese momento fuera perfecto, pues felicidad tal como la nuestra es tan sublime que la misma muerte nos haría felices.

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