viernes, 11 de mayo de 2012

Fantasmas en la condesa (Parte 3) Gritos en la oscuridad

Cuando se es pequeño, uno siempre juega a ver fantasmas donde no los hay; inventamos vacaciones de terror en las casas de los abuelos.

A eso jugaba yo, aun cuando podía realmente tener un íntimo contacto con el mundo de los muertos, la primera de ellas fue Alicia, y es algo que jamás olvidaré.
Pasé mi infancia y adolescencia rodeada de historias y fantasmas que se hicieron cada vez más comunes, recuerdo con diversión que me parecía a la niña de la pelicula del extorcista.

Así creci y me convertí muy prematuramente en madre, tenía sólo 17 años, 10 años mas tarde, ya era mamá de tres. Un niño y dos niñas.
Mi matrimonio por fortuna era bueno y nunca sufría por no tener qué darles a mis hijos, mi esposo y yo podíamos darnos el lujo de salir constantemente de vacaciones.

Jamás voy a olvidar esas vacaciones en un pueblito de Jalisco...Teques, Una de mis cuñadas nos había invitado a todos, como mi esposo no podía ir, los niños y yo nos fuimos con el resto de la familia.

Pasamos la mayor parte del tiempo entre un calor infernal, mangos que comiamos del patio, risas y llantos de los hijos.
La noche aterradora, me paralizó.
No hacía mucho tiempo la abuela de mi cuñada había muerto; años de agonía, inyecciones y sufrimientos.

Eran más o menos las 3am, había un incómodo silencio, me desperté al escuchar unos pies arrastrandose por el pasillo, unos quejidos los acompañaban, en ese momento sentí mi piel enchinarse, pues esos sonidos se acercaba cada vez más a la habitación en donde yo estaba con mi hija, la más pequeña.
El terror se apoderó de mi cuerpo, respirar me daba miedo, no quería moverme, qué era eso que se acercaba y que cada vez se escuchaba peor.

Los quejidos en esa inmensa oscuridad, el arrastre de pies, me dejaban sin aliento.
Pasaron justo frente a mi puerta, no daba crédito a tal situación; ¡que mala suerte que se paren justo en el vidrio de la puerta!
Una pausa y siguio su camino, parecía dirigirse a la cocina, a pesar del miedo, no dejé de poner atención.

Se escuchó un trasteo en la cocina, como si buscaran algo y después de un momento sepulcral de silecio...un grito aterrador de dolor, de sufrimiento.
Me sentí morir y para casualidades del destino mi hija despertó y pidio su mamila.
Con todo el valor que pude tomar, me levanté, entré a la cocina y no había nada, preparé el biberón de la niña y corri a esconderme en las sábanas a esperar el amanecer.

Al día siguiente, todos parecían tranquilos, hasta que vi a mi hermano José Antonio, con una sóla mirada supimos que todo lo que había sucedido en la madrugada había sido cierto.
Sólo pudimos decirnos el uno al otro...¿Tú también lo escuchaste?

Un terrible escalofrío me recorrió la espina y cada vez que cuento esta historia repito esa sensación, y busco el cobijo de mi cama, para tratar de olvidar lo que aquella noche viví.

1 comentario:

  1. Como siempre padrísimo Sally, me encanto. Siempre haces que me entre un miedo extraño T_T. Creo que después de Fantasmas en la Condesa dormiré siempre con la luz prendida.

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