viernes, 4 de mayo de 2012

Fantasmas en la condesa (Parte 2)

Mi mejor amiga

La tarde tenía un aroma especial, acababa de recibir una llamada, de esas en donde el timbre del teléfono suena totalmente desesperado. Mi mejor amiga estaba muriendo.

Cuando llegué a la majestuosa privada de Jose Vasconcelos, el pasillo de entrada hasta mi casa parecía mas largo que lo habitual, un sentimiento de pesar reinaba sobre mi cuerpo.
Cuando llegué a casa, me recibió mi hermano, desconsolado, diciendome que María, su esposa y mi mejor amiga estaba perdiendo la batalla contra un cáncer de esófago demasiado agresivo para su dulce y frágil cuerpo.

Cuando subi los 24 escalones al segundo piso, respiré profundo y entré a la habitación principal de la casa; y ahí estaba, una bella mujer convertida casi por completo en osamenta, sus ojos estaban rodeados de una oscuridad interminable.

De repente, ella despertó y enseguida me pidio que me sentara a su lado.
-Raúl, prometeme que si te mueres antes que yo, vas a regresar por mi-
Le respondí que si, y al mismo tiempo le hice prometer lo mismo hacia mi.

Sellamos un pacto de mejores amigos, y en ese preciso momento un terror incontenible se apoderó de ella. Enseguida pregunté cuál era el problema,  y sugerí al mismo tiempo que tratara de dormir, cuando escuché una aterradora respuesta.

-No quiero dormir Raúl, allá en la pared, está parado Satanás burlandose de mi-
-Si me duermo, él trata de llevarme y yo le tengo mucho miedo-

Traté de tranquilizarla, y cuando pudo conciliar el sueño, bajé las escaleras, vi a mi familia, y sólo pude sentarme en la sala de estar.

Un silencio sepulcral se apoderó de la casa.
Un grito de terror nos hizo levantar y subir en menos de dos segundos.
La imagen, María, mi mejor amiga con un gesto de terror sin vida, sin aliento.
Su lengua tenía un color negro que jamás olvidaré.

Vecinas indiscretas

Eran cerca de las 7pm cuando Claudia y yo estabamos sentadas en la gran mesa de la abuela haciendo la tarea del día.
Era una tarde extraña, pasaban cosas raras en la privada, pero ya estabamos más que acostumbradas, contabamos chistes en donde los fantasmas eran los protagonistas.
Recuerdo en especial, esa tarde mi hermana y yo, reíamos sin parar, dejábamos al lado la tarea y subiamos el volúmen del tocadiscos monumental de la sala.

Cuando la oscuridad se apodero del cielo, decidimos sentarnos en una de las ventanas, decisión equivocada, por lo que vino más tarde.
Soplaba un aire veraniego que refrescaba la casa, cuando a lo lejos, vimos como una multitud de personas de negro, entraban a casa de María, nuestra vecina que agonizaba por un terrible cáncer.
Por lógica pensamos que tenía una crisis y una vez más la llevaban al hospital. No lo tomamos a rareza.

Al paso de unos minutos, vimos esas mismas siluetas oscuras, precían cargar cirios y un cuerpo.

A la mañana siguiente nos enteramos del deceso de María en punto de las 8pm. Claudia y yo nos volteamos a ver en complicidad. No eran personas, eran almas las que venían por María.

Un año más tarde

Ya había pasado un año desde la muerte de mi mejor amiga.
Yo estaba recién casado con una buena mujer, viviamos en la misma privada, pero en nuestra propia casa.
Los días y noches pasaban apacibles en mi vida de recién casado, hasta esa noche.

Eran alrededor de las 3am cuando súbitamente desperté. El cuarto estaba en penumbras, cuando algo familiar me despertó por completo.
La voz de María me estaba llamando, ,me sentí un loco de creer que era cierto.
Me di la vuelta sobre el colchón, y a mi lado aparecio la misma María que había visto morir; la impresión me dejó sin aliento, y ella insistió.
Acerco su rostro fantasmal a mi y me dijo:
-Lo prometido es deuda amigo, ya vine por ti-

Lo único que pude hacer fue negarme y abrazar fuerte a mi mujer hasta que amaneció.

Pasos de gato para pedir ayuda

La privada había pasado recien la muerte de María, y en mi casa batallabamos ya con nuestro propio fantasma, el de Alicia.
La profesión de arquitecto me tenía sumamente agotado, aprovechando que mamá estaba preparando la comida, decidí subir a dormir un poco para reponer fuerzas.
Como de costumbre mi gatita "Churros" me acompañaba feliz a la cama para acomodarse en mi estomago.

Recuerdo haberme recostado, y al estar entrando profundamente al sueño, sentí claramente como Churros subió a la cama, pero no se acomodaba. Aun con los ojos cerrados la busque con las manos, pero no logré encontrarla.
Abri los ojos sin más remedio, pero lo que vi no era lo que esperaba.
María estaba al pie de mi cama y lo único que pudo decirme fue:
-Manito, ayúdame-
Con la voz mas espectral que mi memoria recuerda.



La historia de María es verídica, los nombres de los participantes fueron guardados por respeto a las delicadas situaciones vividas en estas experiencias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario