viernes, 30 de noviembre de 2012

¿Me recuerdas?


No debería estar llamando a tu móvil, pero el calor de tu recuerdo me quita el sueño.
Mis sábanas aún recuerdan nuestros cuerpos retozando de placer, tu sudor combinándose con el mío al ritmo de nuestros deseos.

Esa última noche ha quedado tatuada en mi memoria; ¿Qué si soy cursi? No, es sólo que mi calentura te extraña entre mis piernas.
¿Por qué no me voy con otro cliente?

Mi vida, sabes que eres mi cliente consentido, siempre te llevas el plus de mis orgasmos, mis mejores rasguños, los gemidos mas fuertes.
Me enamoraría de ti si no me pagaras tan bien, pero ya sabes cariño, me gusta el dinero y mucho. Sé que seríamos la pareja perfecta.
Eres todo lo que en un hombre busco y ya no hablo del sexo, hablo de la totalidad de tu ser.

¿Me quieres ver?

Yo, estoy dispuesta a darte la mejor noche de tu vida como cortesía de los orgasmos que quiero tener.
 Sólo imagina...

Llegas a mi depa, como de costumbre; vas a encontar una copia de mi llave bajo la maceta que está afuera, ya me he asegurado de que nadie haya visto.
Entras y sólo hay velas encendidas, una botella de vino tinto, chocolate fundido y en el sillón principal estoy yo.

Mis senos roban tu atención; están acentuados en un delicado bra de encaje púrpura, de la tanga ya ni te hablo, pues tu atención se te ha ido a los pantalones.

¿Qué haremos?

Cariño, me encanta ese nivel de perversión, por eso eres el mejor de mis proveedores de orgasmos. Me imagino que una de tus fuertes manos se han alejado ya de tu teléfono y está metida jugueteando con el objeto de mi deseo.
Y eso, me prende, y me motiva a seguirte contando lo que he planeado.

Te imagino frente a mi, con ese pantalón de mezclilla oscura que me deja saborear la imagen de tu miembro, poderoso y suculento, también tu camisa negra; esa que hace que tus pectorales se vean espectaculares. Hueles a esa deliciosa loción que permanece por días en mi piel.

Te beso, primero en la boca; con deseo, para ir despertando esa desesperación por desvestirme. Me tomas entre tus brazos, besas mi cuello con fervor. Te pegas a mi hasta tirarme al sillón, siento como vas creciendo al igual que tu deseo.
Mis manos harán lo que tu desees, se meterán a tus pantalones para provocarte ese primer orgasmo que es preludio de los que vendrán.
Tú, atacarás mis senos, los besarás y contemplarás, perfectos, redondos y sólo tuyos.
Te desvestiré con alevosía, arañaré tu espalda cuando tu lengua esté recorriendo la entrada de mi paraíso.
Gemiré en tu oído cuando por fin me penetres.
Haré de ti lo que mis deseos quieran.

Ahora te lo pregunto

¿A qué hora llegas para que escribamos el final de la historia?


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