domingo, 23 de diciembre de 2012

Inesperada

No iba a esperar que regresaras de viaje para comerte, perdón, para tenerte conmigo.

Ahora que lo veo a la distancia, compruebo que soy maestra en la materia de llegar a mis objetivos.
No sé cómo pasó, lo único que recuerdo es estar subiendo a ese avión con destino a París.

No era muy tarde cuando llegué a la ciudad, el frío era intenso, pero las ganas de verte, me daban el calor necesario para seguir con mi plan.
Recuerdo haberte visto entrar en aquel hotel, esperar a que no salieras de tu habitación y registrarme para preparar mi gran show del día siguiente.

Salí por la mañana de compras...un rápido paseo por el "Moulin Rouge" y mi mente desbordaba de ganas.

Te recuerdo entrando al bar del hotel, sin esperar verme.
Gabardina de satín chocolate, tacones altos, chongo para dejarte ver mi cuello. Piernas cruzadas, una sonrisa y todo estaba dicho.

Te di el número de mi habitación...
5pm hora de París, abriste la puerta...ventanal descubierto...terraza abierta y en el sillón tus deseos a la orden.

Un beso por demás sugerente y mis manos metiendose sigilosamente en tu pantalón...tu boca, hundiéndose en mi cuello, tus manos aprisionando con furia mis pechos.
Sin más, me levantaste y beso a beso me llevaste hasta el tocador...la imágen frente al espejo, yo, totalmente desnuda, tus manos recorriendome, tu boca probandome con ansias...
Que sensual es ver tu imágen en el espejo mientras me haces tuya..

No soy tan flexible como quisiera y aún me sorprende el sin fin de posiciones que probamos mientras que en la ciudad se hacía de noche y comenzaba a iluminar sus monumentos.

Una pausa, te acostaste en la hermosa cama antigua, fumaste un cigarrillo de clavo mientras preparaba mi segundo acto.
Lencería negra, tacones y chocolate...

No mentiré, el sexo oral con chocolate es el mejor del mundo...no recuerdo haber gritado tanto nunca...espero que los rasguños en tu espalda ya estén sanando.
Tampoco recuerdo haber visto a un hombre disfrutar tanto de los placeres de la lengua...y no hablo del idioma...

Dos botellas de vino tinto, champagne y fruta con chocolate mas tarde...y en la entrada del balcón abrazandote con las piernas llegando a ese clímax delicioso que aún me estremece...vimos el amanecer parisino.

El momento cumbre, dormir en tu pecho, para unas horas mas tarde, después de recorrer la ciudad de mis sueños, abordar nuevamente el avión y aguardar ansiosamente tu regreso.



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