martes, 5 de junio de 2012

Desde el infierno

La tarde recién pintaba de carmesi el horizonte cuando recibi el llamado del infierno.
Esa sútil solicitud para un nuevo encuentro entre el fruto prohibido y la oveja de blancas pieles.

Yo, siempre tan dócil, tan serena y callada, una oveja con una loba de lo más profesional en su interior, y no es que siempre haya sido de esa manera; el estatus de loba se gana a pulso de experiencias y decisiones. Una se maneja por la vida como la hija del buen pastor, la dulce, callada y siempre dadora de la verdad. Pero cuando conoces al mismisimo demonio en persona, adoptas la condición de loba, de zorra, de lo que gustes y mandes. Te conviertes en un ser más puro que la conciencia de un sacedote, así fué como hallé mi verdadero ser.
Y no es que este demonio sea Lucifer en todo su esplendor, es más bien esa droga que me cambia la manera de pensar y de actuar, es aquel que me ha enseñado nuevos horizontes a pesar del qué diran tan tatuado en ésta sociedad tan hipócrita.

El llamado del infierno me ha dejado con una extraña e intensa sensación de placer, un antojo casi celestial de beber las mieles del pecado con toda la jeta de inocencia por delante.
El tener a mi demonio recostado en mi pecho después de hacerle mío mientras el mundo sigue su curso, es la mejor cosa que se puede tener; pues dicen que la felicidad te da la sensación de no querer moverte del lugar en donde estés, y eso es lo que pasa incluso cuando tengo la osadía de imaginarlo.

Diablo ha solicitado verme, pues tenemos muchos días de no poder compartir un poco de soledad en el infierno.
Verle llegar con el atardecer a cuestas, hace que mi corazón vuelque de alegría, como toda una oveja enamorada. Observarlo, sentir su aroma cuando nos mostramos en la pura inocencia del enamoramiento, hace que la que vive dentro de mi disfraz, quiera salir mostrando el tono rosado de sus uñas, con una gran sonrisa que ni el mejor comercial de pasta dental ha tenido.

Ahí vamos, encaminados con ansia de amantes a los rincones infernales de nuestros deseos taciturnos; en ese momento pienso, fui criada como la hija del buen pastor, ¿Qué pensarían las mojigatas hermanas de mi madre al ver tamaño de ficha en que me he convertido? Bueno tal vez no me haya transformado, tal  vez aprendí a conocerme tal cual soy en realidad.

Mientras llegamos al limbo entre realidad conciente y realidad creada continuo con suposiciones que antes de acongojarme, hacen que me llene de esa adrenalina tan rica que se que en breve compartiré.
Qué se puede contar de un encuentro de pieles deseosas, sudores y respiraciones entrecortadas...sólo la gran felicidad que dan...y ahí vi cumplido el deseo de Diablo, recostarse sobre mi pecho desnudo, cuando ya ni el sol podía ser testigo. Perderme en la inmensidad de sus ojos negros, leyendo cada uno de sus pensamientos, sintiendo una extraña química recorriendo mis venas...esto es amor, le parezca a quien le parezca.
A pesar de miles de conflictos meramente karmáticos, ahí estamos, encontrándonos una vez más, como lo prometimos un día en el paraíso, cuando decidimos volver a vivir en mortalidad y buscarnos por todos los rincones del mundo.

Ahí vamos Diablo y yo, mostrando nuestro amor por las avenidas, besándonos a cada instante, sintiéndonos dueños del universo y esperando que el lazo que nos ha unido en vida ni la misma muerte pueda romperlo.

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