domingo, 18 de marzo de 2012

Amanecí otra vez...

El primer rayo de luz matinal se asoma entre mis cortinas, sí, amanecí otra vez, pero no estas aqui, la agonizante penumbra te ha llevado como su cómplice.
Mi mente se inquieta con las imágenes fugaces de la noche anterior... estás tú, tan bello y tan angelical, pero a la vez tan sediento y tan sensual.
El flash del recuerdo en mi piel, hace que me estremezca mientras mis sabanas son testigos de mi cálido despertar a un mundo donde sólo somos unos conocidos.
Recordar tu silueta a la luz de aquello que asemeja a una romántica vela, hace que deseé que mi realidad nocturna vuelva y se apodere de mi. Verte bajo ese halo de deseo, saboreando mi mortalidad, hace que un intenso calor se apodere de mi.
El recuerdo más inteso es el de tu mirada mientras me besas desesperadamente, como queriendo consumir el total de mis deseos en un breve encuentro.
Me halagas con tus palabras en el claroscuro de la habitación que se hace cómplice de nuestra segunda realidad.
No puedo evitar que la debilidad del ser mortal en el que nací, te ame y te deseé cada instante un poco más, pero mi vieja consejera, mi conciencia y mi lógica aferrada a la razón del deber ser, me prohiben gritarlo.
Amo a un mortal sin tener derecho, lo amo con cada fibra de mi ser.

Y hoy, en ésta húmeda noche que precede a la cálida primavera, veo a las estrellas desde mi ventana y trato de pedirles con todo el fervor que tengo clavado en el corazón, que un día, el padre universo se apiade de mis deseos y me deje amarte a la luz del día, en la penumbra de la noche, en el frío matinal.

Siento que mi alma se escapa en cada suspiro, porque quiere estar contigo.
Que daría por cantar alegremente la canción que preside este relato...y poder decir "Amanecí otra vez, entre tus brazos"

1 comentario:

  1. La oscuridad mas profunda que precede al día, se convierte en la mayor inspiración de esta prematura escritora de imaginacion que vuela a velocidades sobrehumanas

    ResponderEliminar