viernes, 30 de marzo de 2012

En cama

Las yemas de mis dedos guardan celosas el recuerdo de tu piel después de habernos entregado a la pasión más exquisita, la de amantes.
Tatuada en lo más profundo de mi memoria, está tu silueta mientras estás reposando en cama junto a mi, tan pleno, tan mio; sonriendo como quien visita el cielo y regresa al valle de los mortales, mientras recorro con mi mirada esa perfecta espalda, fuerte, con las sensibles huellas de mi deseo, y así continuo hasta llegar a esos glúteos que en conjunción con el total de la imagén de tu silueta, me han confirmado que la perfección existe, y está traducida en un demonio con alas de ángel y sed de vampiro.
 En mi cama, los poros de mi piel siguen transpirando tu esencia, haciendo que me estremezca en una deliciosa convulsión de placer.

Trato de convencer a mi mente de no sufrir de insomnio cada vez que cierro los ojos y revivo el suculento momento en el que me sentí mas mortal que cualquier ser humano, fundiéndome contigo, convirtiéndome en una sóla persona a tú lado; llegando a las puertas del paraíso, sintiéndo la perfección de la muerte y reviviendo espasmo a espasmo entre tus brazos.

Mi exquisito guardián, esperaré ansiosa el momento de que me vuelvas a matar, para poder caminar entre los vivos, con una sonrisa en mi rostro, denotando con ella mi resurrección de entre los muertos y disfrutando con la maldad que me caracteriza, la sombra de envidia entre quienes no han probado el fruto prohibido del amor perfecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario