viernes, 23 de marzo de 2012

Mientras me quito la máscara

Ha llegado la puesta del sol, y con ella, el deleite de saberme brevemente auténtica en el mundo.
Ahí estas de nuevo, tan bello y tan desesperadamente sediento de entrar a la segunda realidad de tu vida, al otro lado, estoy yo, dueña de mis deseos, dejando mis máscaras en el cesto de basura.

No necesitamos del lenguaje hablado para demostrarnos aquella felicidad por estar unidos en complicidad, mientras que el universo avanza sin notar nuestro pequeño juego.

Ay amor mio, ¿Qué nos ha unido con tal fuerza en este breve tiempo?
Mientras que nuestras bocas se besan con las distintas tonalidades de intensidad, nuestros cuerpos, mortales como siempre, se unen dejando que la libertad decida que hacer con ellos.

Siento, el alivio de los siglos de espera por haberte buscado, de vida en vida, de cuerpo en cuerpo.
Tu mirada y tus palabras son la confirmación de las sospechas de quien a través de los siglos buscó de la misma manera que mi alma a su persona amada.

Esa tenue luz siempre cómplice de nuestra realidad ideal, ilumina tu rostro, tienes una sonrisa llena de placer mientras yo beso tiernamente tus mejillas. No hay momento más perfecto para mi psique, estoy observando a mi amado feliz y pleno.
Con la dulzura que envuelve tus palabras me haces sonreir, mientras me acompañas a abrazar las estrellas.
En el terremoto que estremece nuestra piel, nos miramos a los ojos, no existen palabras para describir lo que nuestros ojos se dicen, lo único que puedo expresar es, que eso es el más perfecto amor que he conocido en ésta breve estadía en la tierra.

Por desgracia, la conciencia me dice que mientras el libro de circunstancias de mi vida no decida escribir una historia más afortunada entre nosotros, tendré que soportar que nuevamente te vayas en la complicidad de la profundidad de la noche al lugar donde tienes tu más palpable realidad, una donde mencionarme podría ser el peor de los pecados.

Yo, bajo la misma complicidad, vuelvo a mis cuatro paredes, mandandote mensajes con el susurro del viento, esperándo que éste te haga llegar mis palabras en un idioma que sólo tú entiendas.

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